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FÚTBOL-OPINIÓN

Motivos para sonreír (satisfechos)

Los jugadores y los aficionados de la U.D. Melilla possan todos juntos al término del encuentro disputado, el pasado domingo, en Granada
(Autor: U.D. Melilla)

La Unión Deportiva Melilla se despidió el domingo pasado de la competición, y lo hizo de una manera agria. De nada sirvió la solvente victoria en Granada (0-2), pues el Extremadura hizo buenos la mayor parte de los pronósticos al imponerse por un contundente 5-0 al Betis Deportivo. Los azulinos, que necesitaban un pinchazo de los azulgranas para entrar en puestos de Play-Off de ascenso, se quedaron a las puertas, empatados a 60 puntos con el cuarto clasificado, pero con el gol average perdido por un solo tanto, el marcado por Kike Márquez en el partido que midió a ambas escuadras en el Estadio Francisco de la Hera. Uno de los principios esenciales a la hora de gestionar un club deportivo (o una empresa) es alejarse de emociones e instintos que puedan echar a perder la planificación que sustenta los cimientos de una entidad. A todos en el club azulino les duele no haber conseguido la clasificación para las eliminatorias ascenso, pero de ahí a valorar la recién terminada temporada de la U.D. Melilla como un fracaso sería una temeridad.
Lo sería porque a lo largo del año se hicieron muchísimas cosas buenas, cosas bien trabajadas que hay que volver a reproducir la temporada siguiente, pero también unas cuantas no tan buenas que -unidas a una pizca de mala fortuna en momentos puntuales del campeonato- han acabado emborronado casi todo lo positivo conseguido.
Es cierto que no entrar en la fase de ascenso valida en parte una de las definiciones que da la R.A.E para la palabra ‘fracaso’: «Malogro, resultado adverso de una empresa», pues desde un inicio se dejó claro el objetivo de la U.D. Melilla para esta temporada 2017-18, y todos en la Explanada del Estadio Municipal Álvarez Claro han quedado fríos con el amargo desenlace de la misma. En este sentido, la actual directiva unionista también acepta la segunda acepción, que definiría lo sucedido como «un suceso lastimoso, inopinado y funesto». La tercera, a pesar de ser la elegida por algunos, no puede tener cabida en el análisis de la campaña: «Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento». Calibrarla así sería un ejercicio torticero y/o malintencionado.
Ni hubo ni ruina; ni estrépito; ni rompimiento. Tan sólo hubo un trabajo honrado de un buen grupo de profesionales que peleó su osado objetivo hasta el final; luchando y venciendo a otros tantos clubes con mayor presupuesto, historia y masa social. Como premio de consolación, y por segundo año consecutivo, un preciado ticket de participación en la próxima Copa del Rey, algo que muchos desearían.
Cierto es que el club será autocrítico en el análisis interno del curso (caer la temporada próxima en los mismos errores sería ridículo), pero en los corrillos futbolísticos peninsulares se habla de este año de los azulinos como una buena campaña y también así hay que valorarlo. Quizá los análisis más fríos y lejanos sean los más fidedignos, aunque nos cueste creerlo.
Se perdieron partidos imperdonables, la mala racha de noviembre penalizó mucho al equipo, pero ser el plantel menos goleado de toda la Segunda B cuando has tenido que utilizar hasta a cuatro guardametas distintos también tiene su mérito. De hecho, y a pesar de las inoportunas y desafortunadas lesiones que han tenido al equipo médico en constante jaque, este año se han visto ramalazos del mejor fútbol visto en Melilla en muchos años, aunque quizá la falta de pegada en el primer tramo del año ha penalizado en exceso al conjunto norteafricano. Aún así, la campaña finaliza con algunos registros de verdadero mérito.
En el aspecto defensivo es indiscutible el dominio de los azulinos. Por segundo año consecutivo el asturiano Dani Barrio se ha alzado como ‘Zamora’ de la competición, con un coeficiente de 0’58 goles por partido, algo al alcance de pocos y mérito de muchos (sin el trabajo de sus compañeros no hubiera sido lo mismo). Finalmente, el plantel ha sido capaz de dejar la portería a cero en 21 de los 38 encuentros disputados.

El portal @vintage_stats ha recordado además que, de todos los clubes de Primera, Segunda y Segunda B, la U.D. Melilla es la que acumula un mejor récord sin recibir tres o más tantos. Actualmente ya son 63 encuentros, los 38 de esta temporada y otros 25 de la pasada, algo que evidencia el buen trabajo de la zaga.
En cuanto a los guarismos ofensivos, la U.D. Melilla tuvo en sus filas a dos de los mayores goleadores de la competición: Boateng y Yacine Qasami, que han tenido su año más prolífico en el conjunto unionista. El medio centro ghanés ha elevado su mejor registro hasta los 14 goles, lo que le ha colocado como segundo pichichi del Grupo IV después de Loren Morón, que marcó 17 goles con el Betis Deportivo antes de obtener (en el mercado invernal) una ficha con el primer equipo. El franco-marroquí Yacine Qasmi, que se ha alzado de manera destacada con el Premio Geeppard al mejor jugador del equipo, también ha pulverizado sus anteriores marcas con 12 tantos.
Cabe mucho trabajo de análisis y de planificación para la siguiente campaña, pero si hay que ‘fracasar’ que sea de esta manera: peleando hasta el final por llevar a la U.D. Melilla donde se merece. Hacerlo además reduciendo deuda tiene su mérito, que todo hay que contarlo. Seamos, pues, algo pacientes y optimistas. En la primera temporada se cumplieron todos los objetivos marcados, este año ha fallado el deportivo por tan sólo un gol… ¿Quién dice que el año que viene esta escuadra no puede seguir la escalada ascendente de estas dos últimas temporadas con Luisma Rincón al mando? En las oficinas del Estadio ya se trabaja a destajo para ello.

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U.D. MELILLA

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