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BUENOS DIAS

El Maricua

El Maricón en realidad, no es una inclinación al macho, por atracción deficitaria hacia la hembra. No. El Maricón es un legado histórico en la corte de Felipe V, el primer Borbón, se bailaba «El Maricua».
Era un baile compuesto de dos pasos hacia delante y dos hacia atrás, al tiempo que el varón hacía una inclinación de cintura ante la dama que llevaba como compañera. Una especie de reverencia cortesana, que quedaba muy mona, con sus pantalones entallados, sus casacas ceñidas y ribeteadas y sus pelucas. Pero, como el pantalón del varón era ceñido, una noche de sarao palaciego, después de una cena copiosa, a base de caviares, patitos a la «muñique», romerías perdigueras, y otras fruslerías, todo ello regado con abundante champagne burbujeante y por lo tanto flatulento, al conde Sarasa, al dar la inclinación mariconada, se le escapó un pufo cortesano, el cual no pudo evitar, haciendo sonrojar a la dama partener. Un duque que compartía el baile y que en esos momentos circulaba cerca de él, sonriendo le dijo:
-Sarasa, que te passsa». Y guiñándole un ojo le añadió picaronamente: «Entiendo lo que dices. Luego nos vemos»……Y del baile se cogió el nombre.
Juanito «El de los Visillos», es Maricón, pero el no lo sabe. Por eso no ejerce. Le pasa igual que al Diputado Parguela. Su mujer le dijo un día:»
-Parguela, a ver si te sientas para mear, pues el cuarto de baño huele a letrina pública. Tu hijo, el otro día me lo dijo también»
Parguela exclamó cabreado: «Esta hija de puta de la próstata, me tiene frito».
Su mujer le contestó: ¿La próstata? Pues llégate de una vez a ver a Casimiro que es urólogo, de tu partido y amigo de la familia y que te mande algo. Pues a pesar de lo que estas trincando cada mes, no gano para lejía»…
Parguela fue al urólogo por la próstata, y cuando el médico, para oscultarle, le metió el dedo, se le escapó sin querer un suspiro y con voz temblorosa exclamó:
-¡Ay Casimiro ¡¿Que hasssses?..
El médico que le conocía le dijo: ·
-Parguela, tu próstata aguanta algo, pero tú aguantas poco ya. Y añadió: «Eres mono, niño… ¡Mono ¡…»
– ¡No se lo digas a nadie, corazón! suplicó Parguela, con un extraño mohín salido desde lo más oculto de su ser. El médico Casimiro, no dijo nada, porque también él, al parecer de tanto meter y sacar dedos, andaba en la misma cuerda y en el mismo baile….
En fin, que las hormonas, tal vez pudieran aclarar algunas cosas sobre este tema, el cual ha estado y sigue estando (ahora con mayor profusión individual y menor virulencia social) ante la opinión pública, visto con ciertas ojeras, nacidas del desconocimiento y la malformación familiar y estatal.
Sin tener en cuenta, lo ocurrido en el país de las hormonas, un día que celebraban asamblea. Una de ellas se quejaba diciendo:
– Pues ya no se adónde ir. A mi me han designado a Mari Puri y ahora resulta que a la nena, le gusta más llamarse Joseíto…
-¡Joseíto!, exclamaron las presentes asombradas.
Otra hormona más joven subió al estrado y dijo:
– «Pues no me extraña nada. Nada de nada. A mí me dijeron que me fuera con Miguelito y ahora resulta que a Miguelito, le gusta ponerse las braguitas de su hermana Carmencita. Así que no sé lo que tengo que hacer».
La hormona más vieja, que al parecer era la jefa de aquella reunión, dijo preocupada:
– Esto no hay quien lo entienda. Y después de unos momentos de meditación, exclamo:
– ¡Ya sé!… Lo que vamos a hacer, es mandar dos hormonas a cada uno, una de nena y otra de nene, y que cada cual coja la que quiera o la que le venga en gana. Y asunto solucionado…Pues, todo va a quedar lo mismo, que el final de D. Juan Tenorio, que dice:
«Y AQUÍ TERMINA LA HISTORIA DEL POBRE DON JUAN TENORIO QUE ACABO POR TANTA NOVIA BUSCANDO UN NOVIO»
Buenos días y Buena compañía

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