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Tribuna Pública

Carta a Imbroda

A través de este escrito, queremos hacer llegar nuestras impresiones, a toda la ciudadanía, acerca de la crítica y cada vez más difícil e insoportable devenir en el mantenimiento de la actividad económica de esta ciudad. Habría que estar muy ciego o no querer ver la realidad para NO apreciar que efectivamente MELILLA SI SE MUERE. Esta triste afirmación no se trata de ninguna exageración ni tampoco el uso de una frase para crear incomodidad o malestar a una clase política dirigente incapacitada y fuera de sintonía con la auténtica realidad que vivimos día a día.
Tras toda esta agonía, existe un personaje y un nombre. El personaje ostenta la presidencia de la ciudad de Melilla y su nombre D. Juan Jose Imbroda.

Para evitar un relato extenso y cansino, de esta contundente afirmación y enfadar o asquear a los sufridos lectores, aplazamos la acreditación y testimonios que sustentan esta atribución a nuestro Senador, a otro artículo de prensa próximamente, si ello fuera necesario. Pero ahora lo más urgente e ineludible es solucionar y salir de éste laberinto en el que está inmersa nuestra Ciudad.

Por este motivo y en respuesta a su petición (del sñ. Imbroda) de presentar propuestas y soluciones a los problemas existentes, queremos hacerle llegar a nuestro Presidente Senador las que consideramos más resolutivas y positivas al interés general.

La única propuesta y petición inteligente y sensata para terminar definitivamente con MELILLA SE MUERE, es que usted Sñ. Imbroda se retire y se vaya a descansar unas merecidas y bien ganadas vacaciones indefinidas. A sus 74 años, ya ha superado ampliamente la edad de jubilación. El tiempo pasa muy deprisa y la vida se agota. El mayor tesoro que tiene una persona no son las riquezas, sino el tiempo que dispone en la vida. El dinero se puede perder o ganar, pero el tiempo nunca se gana, siempre se pierde. Disfrute de su familia, de su gente, de sus amigos. Viaje por el mundo o quédese apaciblemente en su casa dedicándose todo su tiempo a usted mismo. Lleva en la presidencia desde el año 2.000, 18 años en el cargo, casi un cuarto de siglo. No se sacrifique más, que por descontado le estamos eternamente agradecidos, pero por favor MARCHESE YA. Y si ya de paso retira con usted al penitente y marginado señor Barkani, entonces valoraremos esta estupenda decisión como un acto de valentía y amor noble y sobresaliente a la Patria. Jamás le olvidaremos y le recordaremos siempre con cariño y gran afecto.

Lleva demasiadísimo tiempo en política. Su capacidad como gestor político ya no pasa la ITV de aptitud. Ya ha consumido todo lo que tenía en ideas y energías para los tiempos que corren. Está finalmente desgastado y desactualizado. Debe permitir que otros, más jóvenes, con más acierto y originalidad se enfrenten a los retos venideros.

Siempre se ha dicho que el Poder, retenido demasiado tiempo, corrompe y desgasta. No se perpetue y se manche con esa estigmatización.

Sea inteligente y humilde. Retírese por la puerta grande, mientras está a tiempo. Los tiempos venideros inmediatos se presagian muy difíciles y duros. No haga acabar su casi dos décadas de mandato enmarañado en turbiedades y desprecio.

Acabe con la frustración, la agonía y la angustia de ciudadanos que no merecen tanto castigo y pronto lo pondrán a usted en el punto de mira ganándose muchos detractores que le reprocharan de todo.

Los verdaderos empresarios ya no desean que usted o el sñ. Barkani, les solucione nada. Ni la frontera, ni la ampliación del puerto, ni la mesa por el empleo ni ninguna quimera y sueños mentales. Porque saben que todo eso está fuera de su alcance y deseo. Lo único que sinceramente le solicitamos es que vacíe el sillón y se retire dignamente para beneficio de todos. Piénselo, sea inteligente, astuto y no se deje convencer por aquellos que están cegados por intereses propios. No espere a agotar su mandato porque antes de que se acerquen las próximas elecciones este barco estará inmerso a la deriva y naufragando con usted como capitán, cargando con todos los horrores, como E. J. Smith en el Titanic.

Esta reflexión se la hacemos sin acritud. Necesitamos un cambio y una renovación política a la desesperada, con usted fuera de tanta pésima y fatídica políticanociva para Melilla. Y no somos ni agoreros ni catastrofistas, pero si realistas y prudentes.

Finalmente, a pesar de su actitud y rechazo frente a esta asociación de comerciantes, Acsemel, honestamente le desea buena suerte, pero fuera de la política.

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