Manuel Jiménez, ex hermano mayor de la cofradía de la Soledad, fue el encargado de conducir este año el acto de desagravio al Cristo Humillado en la noche del Martes Santo melillense. En su discurso, habló del ejemplo de humildad de Jesús, el Hijo del Padre que recurre al amor para enseñar algo tan difícil como saber perdonar, y en este sentido indicó el pregonero que " todo tiene perdón en el reino de Dios, porque su Palabra es esperanza". Tras su discurso, se inició la salida procesional de Nuestro Padre Jesús Humillado, que este año, pletórico, salió a la calle sobre un monte de flores rojas. A las ocho y media de la tarde las puertas de la parroquia Castrense de la Inmaculada Concepción se abrían para dejar salir, con toda su majestuosidad, el trono de Nuestro Padre Jesús Humillado, titular de la cofradía más joven de Melilla.
Hombres y mujeres de trono, con el rostro cubierto por terceroles negro, hincaron la rodilla en tierra para poder salvar el dintel de la puerta, sin rozar si quiera las potencias del hermoso rostro del Jesús vejado y doliente, que se enfrenta a las burlas de los romanos y desdén del pueblo llano. Pero el Humillado permanece en silencio, con la sencillez de los gigantes, haciendo posible que se cumpla la promesa del Padre.
Desagravio
Melilla no se suma a las burlas, sino que le pide perdón en el acto de desagravio. El que fuera hermano mayor de la cofradía de la Soledad, Manuel Jiménez, fue el encargado de dirigirse al Humillado en nombre de todos los melillenses.
"Hoy es un día de varios destinos: el de Nuestro Padre Jesús, que fue humillado y el de la humanidad, que fue perdonada por la ofensa de una desventura de acontecimientos y un albedrío ofuscado. Día de dolor y de remedio" en el que, tras pedir perdón, encontrar "no solo la liberación por ese mal causado, sino la libertad como cristianos". A pesar del dolor y la vejación, siguen presentes las enseñanzas de Jesús, el que recurre al amor para hablar de perdones y de algo tan difícil como saber perdonar.
"Por esto Padre, después de verte humillado y reconocer nuestras ofensas hacia los demás, necesitamos de tu ejemplo, de tu humildad, de tu perdón y de tu saber perdonar. Porque si con la miseria humana llega la humillación, con tu modelo de humildad pones a nuestro alcance nuevos comienzos hacia otra realidad que empieza con la petición de perdón y finaliza con el saber perdonar, pues con ello no solo podremos recuperar a la persona que se acerca en sincero gesto de conciliación, sino que le restituyes la dignidad al que la perdió al agredir, al avasallar; a la vez que engrandece al que perdona si lo hace con ánimo de proximidad", afirmó el pregonero.
Reconoció Manuel Jiménez cuánto cuesta perdonar, y se pregunta "¿cómo hacerlo cuando no media arrepentimiento del mal causado y resarcimiento tanto a la víctima, como a la sociedad? Cuando pienso en mujeres maltratadas, ¡qué difícil se me hace perdonar! Cuando pienso en delitos de lesa humanidad, ¡cómo no los voy a condenar!", de ahí que hable de la admiración que siente de esas personas humilladas cuando, "en su desesperación serena, además de luchar por su dignidad, acuden a Ti para buscar el ejemplo que das", y que junto al Padre, pueda repararse "el alma de la persona que ha estado al límite de lo aguantable".
"¡Qué fácil y rápido es dañar y cuánto tarda el perdón en madurar!", afirmó. Pero ante la imagen del Humillado, "todos quedamos seguros de que, bien sea tarde o temprano, todo tiene perdón en el reino de Dios, porque su Palabra es esperanza".
Por último, "Padre, infúndenos valor para liberar la mano que anhelas tender para que te recibamos y para que tú nos recibas en esa oportunidad de encuentro bajo tu manto, donde encuentran acogida los humildes y los prepotentes no son rechazados sino aleccionados". Le pidió también que aunque su mensaje de amor y esperanza ha calado en la humanidad, "si por condición humana recaemos, proyecta tu imagen para que venzamos nuestra terquedad en reconocer que nos equivocamos y no lleguemos a destiempo a solicitar el abrazo fraterno que conlleva haber superado un episodio de humillación con el perdón y con el saberse perdonado".
Tras sus palabras el hermano mayor de la cofradía del Humillado le hizo entrega de un diploma que le acredita como pregonero del acto de desagravio, al tiempo que le regaló una reproducción en cristal del Cristo Humillado.
Procesión
Pasadas las nueve de la noche dio comienzo la procesión. Los penitentes, vestidos con capa, cinto y manguitos de color rojo y túnica negra, flanquearon el trono de Nuestro Padre Jesús Humillado, una elaborada y bella talla confeccionada por los imagineros malagueños José María Jiménez Guerrero y Diego Fernández Rodríguez, que procesionó por primera vez en 1999 y que forma parte de la Cofradía más joven de Melilla que en 2014 cumplió su cuarto de siglo.
El Humillado habla de un hombre-Dios vejado por la gleba romana, coronado con una lacerante trenza de espinas de la que brotan regueros de sangre que enturbian el santo rostro. La belleza de la talla, con el rostro de un Cristo doliente coronado por las potencias de su divinidad, motivó sin duda al ambiente de seriedad y respeto que primó en todo el recorrido del Martes Santo melillense. Este martes de una primavera que se resiste a despertar, contó con el respaldo de creyentes y curiosos que se echaron a la calle para arropar su Semana Santa.
Las calles sirvieron de cortejo al cadencioso vaivén del trono en su lento avance, acompañado con el ritmo de un tambor destemplado y la Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía del Cautivo por imposibilidad de la Banda de Música Ciudad de Melilla. Delante, la Cruz de Guía desnuda, los nazarenos y las mujeres ataviadas con mantilla y peineta como marca el protocolo para el luto real. Detrás, los Hermanos Mayores Honorarios y Melilla en las calles. La afluencia de público que está registrando las primeras salidas procesionales de este año está siendo más importante que en pasadas ediciones, tal vez motivado porque el Domingo de Ramos el viento impidió la salida de La Pollinica.
