A veces suelo introducirme en el bucle helicoidal en que se encuentran los independentistas catalanes, que con su particular ventilador esparcen mierda y mentiras, que no saben ya por donde tirar, y la verdad es que no sé ustedes, pero yo desearía desenmascarar el falso discurso, llamando presos políticos a unos delincuentes, que ejerciendo la política, se han pasado la Constitución, y el Estatuto de su región, o sea las Leyes, por la entrepierna. Marta Rovira, de ERC, con su carita de niña buena, pero dura como el acero, dice que el exilio será un camino duro, pero es la única forma que tiene de recuperar su voz: “…Hoy emprendo un camino duro, un camino que, desgraciadamente, tantos otros que nos preceden han tenido que coger.
El camino del exilio”. Oiga, y lo dice creyéndoselo, como si los demás fuéramos gilipollas. Pero claro ella, como letrada que es, sabiendo que miente, yo le diría que el republicano y exiliado, que sí fue un exiliado de verdad, poeta inmortal, Antonio Machado, ya dijo: “…De aquéllos que dicen ser gallegos, vascos, catalanes… antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse”; y ella es una delincuente, que se ha fugado de la Justicia de su país, que como todos sus colegas fugados de la Justicia, debió padecer una incontinencia fecal (cagándose patas abajo), pensando en su inminente ingreso en la trena. Porque aunque según la Guardia Civil la sitúa en el “comité estratégico” del intento de secesión, no está siendo procesada por defender políticamente la independencia de Cataluña, sino como presunta culpable de un delito de rebelión, por su papel en la celebración del referéndum ilegal del 1.10.2017, y la posterior declaración unilateral de independencia del 27 de ese mismo mes: un delito que le puede costar de 15 a 20 años de alojamiento en el “hotel de 5 estrellas”, en Estremera. Por eso se ha pirado usted, querida señora, y solo por eso, y también por cobardía. Así que de “ruedas de molinos”, ¡tararí!. Xavier Vidal-Folch, periodista de El País, dijo que no ha habido ninguna proclamación de una república más triste (y
patética) que la de Cataluña, imaginándose un sueño, cuando realmente fue una pesadilla, que aún están sufriendo las consecuencias todos los catalanes de bien, ya sean constitucionalistas o independentistas, que para el caso, “és el mateix”: es lo mismo.
