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El rincón del Libro

Enrique Valle: “Nunca he escrito lo que quería”

Ediciones Vitruvio Publica "Anarcolepsia" Madrid 2017. 77 PÁGS.
"Quizás las cosas que percibo () son sólo apariciones y lo real está aún por aparecer" escribió Walt Whitman en sus "Hojas de hierba" a mediados del siglo XIX. Algunos poetas de hoy mismo creen, creemos, que puede suceder, que sucede, tal cosa. El mundo camina muy rápidamente, y lo hace en dirección a sus propios abismos. Algunos científicos, entre ellos el físico teórico Stephen Hawking, no dan al planeta Tierra más de cien años de vida, aunque ciertos políticos arrogantes son capaces de reducir este espacio de tiempo.
El sueño de la anarquía ocupa otro espacio, aunque Francisco de Goya ya nos dejó un aguafuerte espeluznante denominado, precisamente, "El sueño de la razón produce monstruos", no digamos nada del sueño de la sinrazón.

Enrique Valle (1954) es un poeta español que experimenta con diversos tipos de lírica, con esos juegos de palabras que permiten transformar una realidad gramatical y mostrar mundos diferentes. Estaríamos ante la llamada "nueva poesía iconoclasta" muy del gusto de ciertos autores que intentan buscar una funcionalización de la literatura como medio, más o menos eficaz, de transformar su entorno, esa realidad nada virtual con que nos tropezamos a cada paso en los terrenos más variados.

Valle tiene una curiosa biografía pues se dice de él que fue taxista sin saber conducir, que no posee internet ni señas de correo electrónico y que prefiere vivir por la noche, el "carpe noctem" de que habla la profesora de griego y poeta Aurora Luque, y dormir por el día, aunque Jerónimo Mihura decía algo similar de su hermano Miguel y el autor de "Tres sombreros de copa", quien también decía que trabajaba "de seis a nueve, porque si trabajo más me canso" dejó una interesante producción teatral.

La poesía de Enrique Valle considerado, pues, un poeta ácrata ha aparecido en "El cancionero general de Prometeo" (1994), en "Guitarra de 26 cuerdas" (San Petersburgo 2002), en "Muestra siglo XXI de la poesía español" (2005), en "Tejedores de palabras" del mismo año y en alguna de las aventuras de los Poetas Hazversos, entre los que figuran Enrique Gracia, Rafael Soler, José Elgarresta.

Esas Adversidades fueroncoordinadas por Jaime Alejandre, Valle, también, es autor de libros como "Noé desobediente" de 1997 y "Meningelia" (2004). En el prólogo a "Anarcolepsia" dice Luis Arrillaga que "Lo de Enrique Valle es, entre otras cosas, romper esquemas y estereotipos e inaugurar nuevos caminos estéticos". De la primera parte de este poemario, titulada "Hipp" elegimos unos versos de "Medio muerto ya es algo": "No es fácil tapar la boca a la locura,/que te lleva la lengua derechita al precipicio/por simple devoción,/cuando, de puro seco estás lagarto/y los demás no consiguieron conocerte". Es la intención evocadora de cierto desconcierto, esa insinuación de preferir la mudez al inservible monólogo en una sociedad que apenas escucha, que no responde a los continuos interrogantes de la convivencia. Para ello el autor utiliza versos libres, blancos, musicales e insinuantes, como si quisiera de una vez por todas aclarar la profunda soledad de aquel, aquellos, a quien nadie quiere conocer.

En la segunda parte,"Sens", hay como una búsqueda de personajes, de histerias, de paisajes, todo ello expresado en esos versos canallas propios de un Joaquín Sabina. "Lamento llamarte cara de cieno/en un mundo donde, si rompes el reloj,/te cierran el pico;/lamento que tu música/sea más incompleta que la mía…()/Métete la belleza en el dolor más turbio que conozcas/y reviéntate los granos/sobre el alma de otro imbécil".

La anarquía, como organización social que excluye al Estado y se mantiene sin coacción entre los ciudadanos, vendría a suponer o posibilitar un respeto mutuo a las libertades individuales: cada cual con su criterio sin que nadie pueda reprenderle o menoscabar susderechos pero respetando, lógicamente, los derechos de los demás. La libre voluntad y el libre acuerdo permitirían una sociedad más justa. Ese es, o podría, ser el sueño anarquista, en este caso aplicado a la parcela más sencilla de la vida cotidiana ya que, de lo contrario, se convertiría en un desequilibrio perturbador para quienes tenemos cerca y crearía un trastorno en ese entorno que debería ser compartido de una manera cordial. Seguramente ese sueño, ese deseo, de una anarquía individual, del disfrute de todo, forma parte de la evidente soledad del ser humano, humillado entre un nacimiento con dolor y un final sin retorno.

Allen Ginsberg en "Kaddish" escribe: "Desde que empezamos a cambiar/juerguear rodar trabajar/llorar y orinar juntos/me despierto en la mañana/con un sueño en mis ojos/pero tú estás en Nueva York/recordándome bueno/te amo te amo/y tus hermanos están locos/acepto sus borracheras". Ese universo del alcohol, de las drogas indiscriminadas, de la lejanía de los demás, efectivamente, puede producir cierta intranquilidad aunque quien lo busca intencionadamente intente penetrar en él para aislarse de un espacio anodino, perverso.
"No" es la tercera parte del libro de Enrique Valle y contiene una cita curiosa, y realista, de Chumi Chumez: "Yo antes no creía en nada; ahora ni eso". Ciertamente la sociedad que persigue a los asalariados para cobrar elevados impuestos, el 21 por ciento por una camisa, el 28 por ciento por trabajar 12 horas diarias y cobrar 7, el 4 por ciento por una botella de agua mineral, para luego invertirlo en inmensos gastos de defensa, en 20 mil coches oficiales, , en hoteles de lujo para celebrar reuniones sin sustancia de políticos inútiles, etc, no parece el paraíso prometido aunque tampoco lo son los gulags ni los actuales sistemas comunistas que, únicamente, socializan la pobreza.

Tal vez por eso puedan tener lugar los sueños de una Arcadia liberada o de un mundo sin amos ni patronos. "Hoy podría escribir versos muy tristes,/como hacía Neruda por la noche,/para ahorcar con las tripas del vencido/el desastroso engorde del ser humano". Vencidos somos todos, amigo Valle. Vivimos enciudades arruinadas por la el ruido y la violencia, repletas de maltratadores, de basura, de fuentes secas, de cuervos. No sabemos quien podrá liberarnos; los políticos corruptos, no, desde luego.
"Nunca he escrito lo que quería", dice el poeta. Siempre queda el sueño de una vida mejor, aunque sea sólo un sueño, la "Anarcolepsia".

Manuel Quiroga Clérigo

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