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Carta del Editor

Bofetada del Gobierno alemán al español

Pero lo que resultaría ya más que incomprensible para la mayoría de los españoles es que el Gobierno español permanezca impasible e inactivo ante lo que ha protagonizado el Gobierno alemán, por mucho que este se pueda escudar en la "independencia judicial" y algún representante del Gobierno español insista en la manida, falsa, torpe frase de que "respetan lo que dice cualquier justicia". Leo una entrevista a Mahatma Gandhi realizada el 14 de abril de 1946, dos años antes de su asesinato por un fanático hindú que creía que Gandhi no había hecho lo suficiente para oponerse a la división de la India. El primer ministro británico, Attlee, acababa de declarar que la India tenía derecho a optar a la independencia. Gandhi se lamentaba de que al Gobierno británico le había faltado un toque de grandeza en su modo de proceder, y citó un curioso ejemplo: la petición de la abolición del impuesto sobre la sal, "un gesto que sería muy apreciado por los campesinos más pobres". Con ello, añadió Gandhi, "el Gobierno podría haber creado entre las masas la sensación de que comenzaba una nueva era". Eso es lo que Melilla necesita: la creación de una nueva era, un gran y notorio cambio que los melillenses pudieran sentir, casi tocar.
"Un Gobierno que se define a sí mismo como liberal y centrista debería contener la marea de agitación callejera y las promesas demagógicas con otros medios que no sean emular a los neoleninistas con medidas contrarias a su propio programa. No acompañemos a nuestra izquierda en su carrera hacia el precipicio. Desde su vastísima ignorancia económica, Lenin decía que las cuentas de una nación eran tan fáciles que las podía llevar alguien tan simple como una cocinera…Lenin no cayó en la cuenta de que hay algo peor que una cocinera tomando decisiones públicas: un líder político con ocurrencias económicas irreflexivas en competencia con otro marxista para demostrar quién es más progre" (Actualidad Económica, el 2/4). Pensamiento aplicable a España entera, por supuesto. Y a Melilla, ciudad en la que no saber de economía acostumbra ser una constante, en vez de una excepción y en la que la economía es más del tipo marxista-leninista, o sea, casi todo público, que del tipo Singapur, considerada la ciudad-estado más libre, y, como consecuencia, más próspera, del mundo.

Un dato más sobre la importancia de disminuir el peso de lo público: "El gasto público eficiente permitiría bajar la presión fiscal" (Carlos Torres Vila, consejero delegado del BBVA, en la revista Actualidad Económica, 2/4/2018. Un gasto público eficiente permitiría reducir la elevada deuda pública que soporta el Estado, que es el mayor problema macroeconómico que padece hoy España, y una menor presión fiscal generaría una mayor actividad económica y más riqueza, aunque los neoleninistas opinen lo contrario.

Lo que sí opinamos la mayoría de los españoles es que lo que ha hecho Alemania, vía uno de sus jueces, con España, es indignante. La Comunidad Europea, tras lo del Brexit, ha sufrido un golpe muy duro, a añadir a los constantes ataques que la excesiva burocracia europea recibe de gran parte de los países comunitarios. El fundamento de la gran idea que fue la CE es que todos los países que la integran respeten la integridad territorial de los demás países miembros. El recuerdo, todavía reciente, de las dos Guerras Mundiales, con invasiones de unos países al territorio de otros, avaló la necesidad de respetar la tal integridad territorial. Alemania, el país más poderoso de la Unión Europea, acaba de romper, con España como víctima, tal concepto, considerando que los bávaros, por ejemplo, incurren en el delito de rebelión, castigado con las más duras penas, si intentan separarse del resto de los alemanes, pero si son menos de la mitad de los catalanes los que deciden romper España no les parece mal y protegen a los rebeldes españoles.

Se puede acusar, con no poca razón, al Gobierno español de excesiva pasividad o negligencia en todo el "caso Cataluña", de haber aplicado tarde y mal el artículo 155 de la Constitución, de no haber recuperado, cuando tuvo mayoría absoluta, las competencias en educación (y sanidad) que se transfirieron a las Comunidades Autónomas, con el resultado de adoctrinamiento antiespañol que, muy especialmente en Cataluña, estamos ahora padeciendo. Pero lo que resultaría ya más que incomprensible para la mayoría de los españoles es que el Gobierno español permanezca impasible e inactivo ante lo que ha protagonizado el Gobierno alemán, por mucho que este se pueda escudar en la "independencia judicial" y algún representante del Gobierno español insista en la manida, falsa, torpe frase de que "respetan lo que dice cualquier justicia". Me temo que los ciudadanos españoles, a la hora de votar, no van a manifestar excesivo entusiasmo ante los que tan cobardemente intentan camuflarse tras los manidos tópicos, o ante los que no reaccionan ante una afrenta tan grave como la protagonizada por el Gobierno alemán contra España.

Temo, también, que la Comunidad Europea, con lo que Alemania acaba de hacer y lo que Bruselas lleva tiempo haciendo, va a seguir perdiendo prestigio, un prestigio que ya estaba a niveles muy bajos ante muchos europeos. Creíamos que la Justicia de un país comunitario respetaba a la Justicia de los otros países. Ya hemos comprobado que no y así la tal "Comunidad" resulta una farsa. Muy provechosa para los alemanes, probablemente, pero no tanto para los españoles -la cuarta potencia de la CE- según acabamos de comprobar y padecer.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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