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El rincón de Aranda

Una calle para un ignorado gobernador

Alguien pensará que soy una mosca cojonera, y créanme que me importa lo que una planta de la familia quenopodiáceas, o sea un bledo, y claro, no puedo sustraerme en comentar sobre la desidia que existe en mi ciudad, con respecto a los personajes que construyeron nuestra Historia, tan llena de gloria y altruismo. El presente escrito se refiere a la gloriosa hazaña de un gobernador, cuyo nombre debiera figurar en una de nuestras calles más céntricas. Me refiero a Ramón Conti, que fue nombrado Gobernador de la Ciudad el 10.08.1800.
Curiosamente, un mes después, el 30.9.1800, había una guarnición de 63 jefes, oficiales y empleados de plantilla, 867 de tropa y unos 1000 desterrados (presos). Entre mujeres, niños y criados, unos 400, hacían un total de 2330. Existían 109 casas: 25 “eran” del Rey y 86 particulares. Como verán, la desproporción entre la guarnición y los presos, era bastante elocuente.

El 4.07.1804, dos barcas repletas de víveres y medicinas procedentes de la Península destinadas a Melilla, son interceptadas por corsarios ingleses y llevadas a Chafarinas. Inmediatamente envían un emisario a Melilla pidiendo un rescate de 9.000 duros de plata. Ante esta situación, el Alcayde Conti, con las arcas de la ciudad vacías, habla con un moro argelino, Sidi Alí El Begui, que fue quien los prestó, pudiendo así abastecerse toda la población.

El 5.08.1804, reinando en España Carlos IV, con el valimiento de Godoy, en Melilla, como en todas las posesiones de África, se carecía de todo lo necesario para el sustento diario: “…No había ni aceite ni medicinas, y se estaba a media ración de pan por persona y día…”.

Ante esta situación este Gobernador, envió a Narciso Martínez, salir con su falucho, a pedir auxilio al primer puerto de la Península que encontrase. El escrito de Ramón Conti llegó a manos del Brigadier Jaime Moreno y La Corte, Gobernador Político y Militar de Málaga, y éste encomendó al Veedor y Ministro Principal de la Real Hacienda, para que tomara las providencias oportunas, ya que incumbía a éste alto funcionario atender las necesidades de los Presidios Menores, como entonces se les denominaba a Melilla, Isla de Alhucemas y el Peñón de Vélez de la Gomera.

En julio de 1805, llega a Málaga un lanchón (otro), procedente de Melilla, con la solicitud de un envío urgente de víveres, ya que la guarnición de la Plaza estaba a media ración. Ramón Conti decía que: “…Melilla se encontraba en extremado apuro de indigencia y en los últimos instantes de su exterminio por carecer de los principales artículos de primera necesidad para su subsistencia”.

En 1807, se presentó en la Plaza, un moro principal, para que se le curase cierta enfermedad, y se accedió a condición de que proporcionara, por su valor: 4 vacas, 30 carneros, y 4 quintales de aceite. Así lo hizo, y se le curó.

Y ahora, como desde hace varios años, me hago la misma reflexión: Si las autoridades, que mandan en las cosas de la Cultura en nuestra ciudad; que imagino debieran saber, si no toda, al menos algunos rasgos de nuestra Historia: ¿Cómo es que Ramón Conti, no tiene una calle en nuestra ciudad?, y sí que Napoleón campe con sus respetos, mirando la Estrella, que tiene arriba, con una mano en el pecho, y con la otra haciendo una peineta, con el Viento en el careto, de Espalda al “Mismo”, desde la falda de Camellos, y además cachondeándose de las autoridades que le permiten estar ahí.

Yo creo que aunque sea un poco tarde, estas autoridades, que tan pródigas son para colocar nombres de personajes de ojana, en algunas calles, en agradecimiento debieran cambiarlos por el de éste
Gobernador: hombre noble, conciliador, pero firme en sus convicciones militares disciplinarias, que ¡¡SÍ HIZO!! algo por la ciudad en aquéllos años tan aciagos para los que residieron en ella. Porque no hay que olvidar que las pasó “muy putas”, intentando dar de comer a la población civil, a la del presidio y a la guarnición, y sobre todo manteniendo el orden establecido; y lo más importante, que era, la defensa de las murallas contra nuestros belicosos vecinos.

Yo creo que tanto el Presidente Imbroda, el Director de Cultura, como la señora Consejera del Ramo, que deben cobrar sus magros y buenos sueldos, que les pagamos entre todos; y los Protectores del Patrimonio, que no cobran nada, pero figuran de “pasteleo”, o de ojaneta, tampoco dicen “esta boca es mía”, algo debieran hacer al respecto. ¿No creen ustedes?. Al menos darle un repasito, aunque sea puntual, a nuestra Historia, que buena falta les hace a algunos.

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