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El rincón del Libro

Lourdes Hernán Pérez, autora de ‘Siempre vida’: “Caminaremos con la verdad…”

SIEMPRE VIDA, Editorial Liber Factory, Madrid, 2015, 119 págs.

Un primer libro, sobre todo si es de versos, nos causa una inesperada emoción. Pero esa emoción, enseguida, se traslada al lector pues ambos, autor y lector, van a participar de idéntica fantasía, del mismo fervor ante ese mundo que abren las palabras y que, sobre todo, tratan de explicar el mundo, los afectos, la realidad.

Ese es el caso del poemario de Lourdes Hernán Pérez, titulado "Siempre vida" que en más de medio centenar de poemas nos lleva a conocer los afectos, fantasías y vivencias, amorosas o no, de una mujer que habita el mundo de los deseos y, también, el espacio limpio de alguna adversidad o los territorios del olvido.
Ciertamente, pues la autora en un delicado prólogo, explica: "A través de estos versos, pretendo compartir muchos de los momentos vividos; claro que no existirían si no hubieran sido compartidos con ciudades, personas, paisajes…".

En el largo y lírico poema titulado "Libertad" que se nos antoja eje central del libro leemos: "Caminaremos con la verdad,/siendo dueños de nuestro presente…/admirando la ansiada felicidad".

Y ese que al perseguir la libertad se hace necesario enfrentarse con los universos sucios de la mentira, la insolidaridad y el menosprecio. Por eso se precisan poetas valientes, mujeres y hombres, que elijan la verdad, la sinceridad y al amor.

Ese, decíamos, es el caso de Lourdes Pérez Hernández, escritora vocacional, amable, apacible. A través de sus palabras nos llega la serenidad, la amistad y la certidumbre de que, seguramente, el mundo se hace mejor a cada paso. Armas como las de la poesía, el diálogo y la sinceridad, forman parte de esos territorios donde suele sucumbir la adversidad y la duda.

En "Energía" Lourdes escribe: "Desvelaste mi sueño; /sacudiendo mis párpados/ en la oscuridad callada, /llevándote este viaje /a otra dimensión. /Envuelves mi habitación /de susurros indescifrables, /paralizando los sentidos, /acelerando la respiración… /atrapando este cuerpo, /que es sólo un transporte".

Y es que ya la portada del libro, con ese torbellino de color y naturaleza, nos lleva a gozar de los presentes, de la existencia, de esa "siempre vida" por la que la poeta aboga, como si a partir de ahí todo fuera posible, o sea el amor y la felicidad.

El rincón de la soledad se oscurece, se vuelve torpe, se encierra en sí mismo, ¿por qué?, pues porque los seres humanos son capaces de reinventar su propia alegría, de renovar las intensas primaveras, de olvidar los siglos oscuros del odio y de la vileza.

De eso, sin nombrarlo, habla Lourdes Hernán Pérez: "Te posas /como mariposa, /sigilosamente/en mi piel; /deslizando/el tacto ondulado,/por el tobogán /de mis deseos ,/sucumbiendo /a un encanto,/que alborota /el imán,/de nuestros labios".

Es el poema titulado "Una caricia", que lleva un pie de imprenta donde se dice: "Las caricias hablan". Si, es cierto. Y también hablan las madrugadas, y el espacio maravillado de las selvas donde trinan las aves, y las calles en que ríen los niños y los parques de la noche en que se adormecen los enamorados.

Tal vez el amor sea el motor que mueve el mundo aunque a algunos, sacrílegos y mercantilistas, les parezcan más hermosas las bolsas de comercio donde sucumbe los ahorros de la gente sencilla y se incrementan los beneficios de los criminales y los aborrecibles.

Pero los poetas suelen estar más cerca de los niños, de los enamorados, de los cervatillos, de los saltamontes y de los trenes de algodón que de los parlamentos o de las estatuas de los dictadores.
"Cuando te falte el aire,-escribe nuestra autora-el ánimo se desgaste, /te venza la tristeza /y la fuerza te abandone /porque todo lo intentaste…/mira hacia el cielo/ admira su inmensidad /pensando que la vida /te regala un día más,/para volver de nuevo a crear…/¡Lo has conseguido ya!".
¡Qué humildad, que bondad ante los hechos luctuosos de la existencia!. La poesía, así, se convierte en un bálsamo, en un recorrido de bondad, en un cúmulo de vivencias donde se permite conocer algo más intenso que el dolor. Se trata de un hermanamiento con los mejores sentimientos, con la vida que se abre cada mañana a días hermosos y, con ello, quiere dejar sentado que es necesario buscar los resortes del entendimiento, del amor, de los afectos, de esa intimidad de la que nacen todos los fervores porque, sencillamente, es la pasión humana.

Así que saludar este primer libro no es más que desear que su autora, y todos los poetas del mundo, sigan transitando por esos caminos de la concordia que las sociedades del siglo XXI parecen haber olvidado.

En la página 75 hay unos versos excepcionales: " Quisiera vivir en ti,/cubriéndome, de tu libre verde;/sin ropa, sin ataduras…/vestida con tus vivas hojas,/abrazada por tu energía".

No es un mal deseo, no son malos augurios los que Lourdes Hernán Pérez, deja casi al final de su libro que, queremos creer, es el principio de mas libros, de más deseos, de más amor.

Por ahora parece suficiente.

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