A las cuatro de la tarde, tras el anuncio estruendoso del presentador y con la pista en perfecto estado de revista, sin pasillo de los recogepelotas, el público con una buena entrada, en su sitio, los jueces de pista y el juez de silla, también en su sitio, cielo gris, temperatura de bochorno, hacen su aparición en la pista, Dominic Thiem, austriaco, y Kevin Anderson, surafricano, para jugar las semifinales de este torneo, edición 2018. Creo que he citado casi todos los ingredientes humanos y materiales que se necesitan para dar comienzo para disfrutar de una buena tarde de tenis. Pero para la mente de la inmensa mayoría de los presentes y no digamos de los organizadores, faltaba, digo, el que perdió ayer, o sea Nadal.
Un halo de melancolía, más bien, ha recorrido por tanto las gradas durante el transcurso de este partido, roto con cierta frecuencia por los aplausos y las loas de admiración del público al buen hacer tenístico de los jugadores, muy especialmente de D. Thiem. El austriaco, seguramente consciente de ello, ha pensado que la mejor manera de «compensar a los damnificados» por lo hecho ayer, era dar un recital, un surtido completo de golpes variados, excelentes todos, sobre todo el drive paralelo y el revés cruzado, que ha conseguido tener el agradecimiento sincero y yo diría que en algunos momentos asombrado del público que casi llenaba las gradas de la Caja Mágica.
Ganó, claro, Thiem por 6/4, 6/2 y Anderson que como dirían los taurinos, ha estado aseado, empleando su poderoso saque y su potente golpe de derecha, no ha sido ello suficiente para ni siquiera inquietar seriamente a un lanzado Thiem hacia el título aquí en Madrid.
En la final femenina se han enfrentado una antigua bicampeona en Madrid, como es la checa Petra Kvitova y una gran jugadora, luchadora, muy consistente en su juego como es la holandesa Kiki Berstens, de la que he hablado en anterior escrito. La tarde ha devenido poco a poco desapacible, ventosa, con bajada de la temperatura y con ligera lluvia, y en previsión de empeoramiento, la organización se ha visto obligada a cerrar los techos sin necesidad de parar el juego, Ya durante el segundo set era curioso observar al público que llenaba a medias las gradas, bien abrigadito para resistir el fresco ambiente.
Ha ganado la checa por 7/6,4/6 y 6/3, en un partido larguísimo de dos horas y cincuenta minutos, muy duro, yo diría que igualado en gran parte, con altibajos de gran juego por ambas jugadoras, que ha ido a más curiosamente cuando las dos jugadoras empezaban a dar síntomas de agotamiento. El tercer set ha sido de gran juego y ha habido un momento que parecía que finalmente se iba el partido a decantar por la holandesa, pero la experiencia de la checa, también ganadora en Wimbledon y su arreón final a partir del empate a tres, ha hecho que se haya llevado, por tercera vez, este prestigioso torneo en Madrid. Su juego le ha dado merecimientos para ello. Enhorabuena.
