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El rincón de Aranda

El 2 de Mayo

Mi amigo, el que yo llamo “Mi Mecenas”, me envió un wasap, sobre la gesta del “2 de Mayo de 1808”. En el mismo se podía oír una voz lo que Bernardo López García, conocido como “El cantor del Dos de Mayo” escribió: “Oigo Patria, tu aflicción,/ y escucho el triste concierto/ que forman, tocando a muerto,/ la campana y el cañón…”.
Esto me hizo recordar otra vez, mi sempiterna petición de retirar a Napoleón de la Falda de Camellos. Porque fíjense si tenemos nombres ilustres en la Historia de nuestra ciudad, -y no Napoleón y cuatro mindundis de ojana-, que los políticos responsables, con su incompetencia o desconocimiento, quizás ignoran que han existido. Me refiero, por ejemplo, a los que firmaron las Actas de Demarcación de nuestra ciudad, o los Convenios de Ampliación de lo que es la Melilla actual, como fueron: José López de la Cámara, Francisco de la Paz Quevedo, Juan Blanco del Valle, que el 24.08.1859 firmó un Convenio ampliando los términos jurisdiccionales de Melilla, y pactando la adopción de las medidas necesarias para la seguridad de los presidios españoles en la costa de África, como lo era nuestra ciudad entonces.

Luís García y Miguel, Tomás de Ligués y Bardají, que el 26.04.1860 firmaron en Tetuán el famosísimo Tratado de Paz. Porque si tenemos al Duque de Almodóvar, en el Mantelete, que hizo de “figurón”, como Presidente en la Conferencia de Algeciras, permitiendo que España se quedara solo con el “Hueso de Yebala y la Espina del Rif”, por qué, al menos, no contamos en nuestro callejero con los señores que firmaron esos importantísimos documentos a mediados del siglo XIX. ¿Por qué, señor, o señora, político/a responsable?. Los españolitos de a pinrel necesitamos una explicación, ya que somos los que los hemos colocado en esas poltronas, y perciben sus magros sueldos, que también pagamos entre todos.
¡Ah!, y qué me dicen del Cementerio?. Lo digo porque creo que ya va siendo hora de que alguien se dedique con afán, de una vez por todas, y denominar a La Purísima: “Cementerio Nacional de Héroes de España”.

Porque igualmente que ignoran los nombres de aquéllos dignatarios que firmaron esos importantes documentos, yo les digo, por si no lo saben, que en los patios de nuestro Cementerio, se hallan enterrados más Héroes, entre ellos casi un centenar de Caballeros Laureados, que en toda ésta España nuestra. Y si lo dudan: ojeen y consulten nuestra Historia.

Por favor: tómenselo en serio, tanto lo de Napoleón como lo de la denominación de la Purísima. Recuerden que fueron, durante siglos, los que defendieron la españolidad de la ciudad, para que en la actualidad, como decía Pérez Galdós sobre los militares: “Felices alumnos de Marte, (…). Pueden Morir por una gran causa nacional o vencer por un fútil árbitro particular. Su obra es grande, sublime, inmortal o pequeña, rastrera o infructuosa, según se pongan al servicio de los pueblos o a las órdenes de un hombre, según apoyen la libertad o patrocinen una ambición. Comen el sustento que una mano les alarga, (…), empuñan el arma que se les entrega y corren en pos de la gloria, de la derrota o de la muerte”.

Quede claro, como el agua del Bombillo, que si algún día, alguien llevase a cabo estas, mis humildes peticiones, deben colgarle las “medallas” con su correspondiente mesura y alharacas. Yo no deseo ¡NADA!, solo ver en el frontispicio del Cementerio la leyenda:
“CEMENTERIO NACIONAL DE HÉROES DE ESPAÑA”. Porque creo que se lo merecen, ¿verdad?.

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