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¿Están las fronteras realmente siendo colapsadas por el comercio transfronterizo?

La Autoridad Portuaria ha presentado en rueda de prensa una serie de datos relativos a la llegada de mercancías al Puerto según los cuales se ha producido un aumento en las importaciones del 46% con respecto a 2008, aumento que, según palabras del presidente de la Autoridad Portuaria, Miguel Marín, estaría relacionado con el colapso de las fronteras. Más allá de estos datos, en los que se incluyen todas las mercancías (no sólo las destinadas al comercio, sino también los áridos, los combustibles y hasta el peso de los camiones que traen los contenedores), la realidad podría ser bien distinta, toda vez que las importaciones, desde junio del año pasado -cuando se restringieron los horarios en las fronteras por la OPE- hasta marzo de este año, han caído un 41,86%. En declaraciones realizadas en febrero de 2017, el presidente Juan José Imbroda insistía en la “necesidad de reflexionar sobre el incremento que se ha producido en los últimos tiempos del comercio atípico”; ya que consideraba que la Melilla del futuro “no puede pasar por vender 1,2 millones de toneladas al año”. Atendiendo a los datos publicados por la propia Autoridad Portuaria, se puede concluir que en Melilla nunca se han “vendido” 1,2 millones de toneladas de mercancía, dado que esta abultada cifra (como otras presentadas posteriormente por la Autoridad Portuaria para reflejar el supuesto “aumento” del comercio transfronterizo) incluye el peso de absolutamente todo lo que se descarga en la ciudad, esté o no destinado al comercio transfronterizo, como los combustibles o el peso de los camiones de carga y los contenedores, tanto en llegada como en salida.
Pese a que las cifras “brutas” puedan indicar, a priori, que en Melilla las importaciones han aumentado “exponencialmente”, un análisis pormenorizado de las mismas deja claro que esto no es así; por ejemplo, en 2016 se “movieron”, según la propia Autoridad Portuaria, un total de 1.141.881 toneladas, aunque únicamente 903.536 correspondían a importaciones, y 642.999 toneladas correspondían a combustibles y cemento a granel, materiales de construcción y la tara de las plataformas y contenedores. Ajustando los cálculos a estos criterios, se concluye que se importaron un total de 487.131 toneladas de mercancía, un dato muy similar al de 2017, dado que de un total de 814.124 toneladas descargadas de “carga general”, al descontar las taras de las plataformas y contenedores y los cementos y materiales de construcción, se reducen a menos de 466.000 toneladas.
Además, cuando se habla de las mercancías que entran en nuestra ciudad no se puede aludir exclusivamente al comercio transfronterizo, dado que en torno al 50% de las mercancías que llegan de la península van destinadas al consumo local de los más de 87.000 habitantes de Melilla; cuando hablamos de la mercancía que proviene del exterior, por el contrario, sí que está mayoritariamente (85%) destinada al comercio transfronterizo.
Según los datos publicados por la Autoridad Portuaria en sus memorias anuales, las cifras de las mercancías destinadas al comercio, es decir, el total de las “mercancías generales” menos el peso de las plataformas, los contenedores y materiales de construcción a granel apenas superan las 300.000 toneladas a lo largo de los últimos cinco años.
Como podemos ver, el flujo de mercancías con destino Marruecos no ha aumentado tanto como para colapsar la frontera, dado que su crecimiento entre 2013 y 2018 ha sido del 8,98%, cifra muy alejada del 500% al que aludía el delegado del Gobierno en junio de 2017, cuando afirmó que el comercio transfronterizo se había “quintuplicado”, una aseveración que, en materia de tránsito de mercancías, no se acercaría a la realidad ni aun considerando los datos brutos del periodo 2008-2017 presentados ayer por Miguel Marín, que cifran el aumento de las importaciones en un 46%.
También con respecto a los datos anuales publicados por la Autoridad Portuaria ayer, cabe recordar que la serie termina, lógicamente, en 2017, cuando el comienzo del descenso en las importaciones se produce a partir de junio de ese año y toca fondo en enero de 2018. El descenso desde junio 2017, fecha en la que se acordó la reducción de los horarios de salida de mercancías en la frontera, ha sido palpable, puesto que se ha pasado de un tope de 117.000 toneladas (en mayo del 2017) a 68.000 en marzo de este año.

Descenso desigual
Para el tratamiento y presentación de estos datos, tampoco se ha tenido en cuenta que en el incremento de las importaciones han tenido un papel destacado ciertas mercancías cuyo destino no es salir por la frontera, y que han llegado a crecer hasta el 77%, como el cemento, los morteros y hormigones, entre otras.
La bajada de las importaciones ha sido desigual, y se ha visto “amortiguada” porque en el segundo semestre del año 2017 se importaron las mercancías destinadas a la construcción y montaje de las tiendas del Parque Murias y las destinadas a surtir sus estanterías para su puesta en marcha. De no ser por las necesidades puntuales del nuevo centro comercial, el descenso en las importaciones habría sido más pronunciado.
Por otra parte, la bajada de más del 60% en las importaciones publicada en prensa, y que Miguel Marín tachó de “falsa”, se refiere a la importación de mercancías de terceros países (as que llegan en contenedor), y, según datos de la Autoridad Portuaria sí se dio, toda vez que el Puerto pasó de recibir 777 contenedores en julio de 2017 a recibir 301 en marzo de 2018 (un -60%). Esto demuestra cómo la forma de presentar los datos importa, y mucho, a la hora de generar percepciones en torno a la realidad económica de la ciudad.

Contradicciones
El presidente de la Autoridad Portuaria ya ha expresado en más de una ocasión su sorpresa ante el hecho de que diferentes sectores, con intereses aparentemente contrapuestos, se hayan unido bajo el “paraguas” de la Plataforma.
Este argumento contrasta con las propias contradicciones de la Administración, especialmente en lo que respecta a la Autoridad Portuaria, toda vez que el propio Miguel Marín, a principios de 2017, destacaba que el Puerto volvía a batir récords en cuanto al número de mercancías recibidas -”el crecimiento por encima del millar de toneladas se debe a que la ciudad está mejorando su economía porque consume y exporta más”-, calificando las cifras como “históricas”, y como “una buena noticia”, mientras que en la rueda de prensa concedida ayer como secretario general del PP local, se refirió al aumento en las importaciones en términos negativos, calificándolo de “desproporcionado”.
Si este aumento es indeseable, también cabría preguntarse cuál pretenden desde la Administración que sea el propósito del proyecto de ampliación del Puerto, dado que cuesta casar la idea de que se debe cortar el flujo comercial a la vez que se aumenta la superficie destinada a la recepción de mercancías.
El objetivo de la ciudad debería ser ajustarse a la demanda comercial, no tratar de cortarla; otras ciudades, entre ellas Ceuta, “matarían” porque su mayor problema fuera que sus infraestructuras no dan abasto para satisfacer la demanda de mercancías.
Otra contradicción en el seno de la propia Administración la encontramos al comparar las declaraciones del delegado del Gobierno, quien daba en 2017 prioridad a los viajeros de la OPE, mientras que Marín, por su parte, señalaba que los “los viajeros de la OPE simplemente están de paso y no interesa tanto como quien tiene como punto final de su trayecto nuestra ciudad”.

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Fernando Lamas Moreno

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