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Manifestación pública de un profundo malestar

Melilla no ha sido una excepción de esa regla de generalizada pasividad empresarial y los resultados son los que ahora padece la sociedad melillense, empresarios incluidos. Por eso ha sido tan importante la manifestación de ayer, la primera asunción masiva de riesgos, de un cierto desafío, por parte de empresarios melillenses otrora pasivos. Pero eso, con ser muy importante, no ha sido más que un paso” Axel Kaiser y Gloria Álvarez, autores de "El engaño populista. Por qué se arruinan nuestros países y cómo rescatarlos", indicaban que en todos los países existen iniciativas, instituciones y personas dispuestas a promocionar las ideas que hicieron grandes a los países desarrollados y con las que se combate el populismo, y añadieron: "lo que falta son los apoyos de una clase empresarial que, con pocas excepciones, se ha mostrado ignorante, indiferente e incluso cómplice de aquellos que arruinan nuestros países; es hora de que estos hombres de empresa despierten de su pasividad y hagan una contribución real a la sociedad en la que viven, por el bien de esta y también por el de sus propios hijos".

Melilla no ha sido una excepción de esa regla de generalizada pasividad empresarial y los resultados son los que ahora padece la sociedad melillense, empresarios incluidos. Por eso ha sido tan importante la manifestación de ayer, la primera asunción masiva de riesgos, de un cierto desafío, por parte de empresarios melillenses otrora pasivos. Pero eso, con ser muy importante, no ha sido más que un paso. Si no hay una contribución empresarial real, sólida y persistente para promocionar y poner en práctica las ideas que hicieron grandes a los países y las ciudades desarrolladas, nuestra Melilla se arruinará y muchos de nuestros hijos no podrán o querrán vivir aquí, que es lo que está pasando.

Sobre la manifestación de ayer, y como es habitual en estos casos, se ha producido la discrepancia absoluta sobre el número de asistentes a tal manifestación, de corto recorrido y absolutamente pacífica. Para los contrarios a la manifestación, los poderes públicos, 500 personas. Para los convocantes de la manifestación, unas 2.000 personas. En cualquier caso, menos asistentes que en la anterior, convocada también por los problemas, el caos irresoluto de las fronteras, aunque es bien cierto que el Ramadán no estaba presente entonces y sí lo ha estado ahora, así que es defendible el argumento, utilizado por los convocantes, de que no se pueden comparar datos producidos en dos circunstancias diferentes, o, dicho de otra manera, en la primera había muchos más musulmanes, en la segunda más cristianos.

En cualquier caso, lo que nos parece más importante de lo de ayer por la tarde no es el número de asistentes, sino el fondo de la protesta, la manifestación pública de un profundo malestar, compartido -como la manifestación- con la ciudad hermana de Ceuta. Si alguien del establishment -la clase dominante, el conjunto de personas, instituciones y entidades influyentes en la sociedad que procuran mantener y controlar el orden establecido- piensa que aquí no ha pasado nada, ni va a pasar, se equivoca gravemente. Aquí ha terminado una época y empieza otra, en la que algunos corren el riesgo de "extraviarse en la soledad de su inmenso poder", como decía Gabriel García Márquez, y terminarán, si no cambian, perdiendo tal poder.

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