Retirar esas concertinas, en cuya instalación gastó el Gobierno del PSOE casi 9 millones de euros, se ha convertido ahora en una prioridad para otro Gobierno del mismo partido. Una contradicción que quizá debería explicar si Pedro Sánchez no quiere que su partido no peque de incoherencia por hacer una cosa y la contraria con escasos años de diferencia, bastante dinero gastado y el riesgo que suponen los cambios de posibles efectos llamada que en Melilla no queremos volver a revivir Las concertinas de las vallas fronterizas volvieron ayer a estar en el foco de la noticia casi años después de que estuvieran en boca de todo el mundo, protagonistas de una polémica nacional. Ahora todo el mundo vuelve a opinar de ellas porque el nuevo ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, anunció ayer que una de sus prioridades es retirar las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla, y que hará «todo» para que ese objetivo se consiga. Cree que se pueden controlar las fronteras y los flujos migratorios con «medios menos cruentos», razón por la que ha encargado un informe para suprimir esas cuchillas, más abundantes en la frontera de Ceuta que en la de Melilla.
El anuncio de Grande-Marlaska ha causado mucho revuelo, pero sorprende que eso haya ocurrido porque su antecesor en el cargo, Juan Ignacio Zoido, ya dijo este mismo año, también en una entrevista en la radio, que en el Ministerio del Interior estaban trabajando en ese sentido. Lo anunció exactamente el 22 de febrero, día en que afirmó que esta área del Gobierno estaba estudiando sustituir la valla fronteriza por otra «totalmente moderna» que no llevaría concertina como la actual. «Será un nuevo modelo de valla que venga a sustituir las viejas, porque por un lado lo que tenemos que garantizar es que no sean vulnerables a los saltos y que se preserve la integridad del territorio nacional», explicó en la entrevista. La semana pasada, cuando el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, enumeró en una comparecencia los proyectos que habían quedado pendientes de ejecutar, entre los que estaba un proyecto para la «adecuación y modernización» de las instalaciones del perímetro fronterizo a lo largo de más de 11 kilómetros.
Otra de las notas sorprendentes que deja el anuncio de esta prioridad para el Gobierno de Pedro Sánchez es, precisamente, la contradicción que supone respecto a lo que hizo el PSOE en la década anterior. Por mucho que el PSOE se posicione ahora en contra de la concertina y los rechazos en frontera, no hay que olvidar que fue el Gobierno de Zapatero el que forró, literalmente, la valla con rollos kilométricos de cuchillas, y que en 2005, durante la primera crisis de las vallas, aplicó esos rechazos en frontera que ahora insiste en derogar. Retirar esas concertinas, en cuya instalación gastó el Gobierno del PSOE casi 9 millones de euros, se ha convertido ahora en una prioridad para otro Gobierno del mismo partido. Una contradicción que quizá debería explicar si Pedro Sánchez no quiere que su partido quede como un incoherente por hacer una cosa y la contraria con escasos años de diferencia, bastante dinero gastado y el riesgo que suponen los cambios de posibles efectos llamada que en Melilla no queremos volver a revivir.
