Antonio Salido, colega de la Posta, también “jubileta” y colaborador de este periódico, con su mijita de retranca, me envió hace unos días un pequeño artículo de un periódico del pueblecito de Nules, en la província de Castellón, donde se refería que en el pleno de su Ayuntamiento se aprobó ha Ce unas semanas dedicar una plaza a Paco Colau, un vecino estrechamente unido a la “Asociación Musical Artística Nulense”, y una persona muy querida en el pueblo. El artículo se titulaba: “Un grande de las cosas más pequeñas”.
Y yo pienso: Si Nules, con 15.000 habitantes, le ha concedido a un señor, amante de la música, una plaza con su nombre, y Melilla con 85.000 almas, no me hace ni caso cuando llevo reivindicando, desde hace casi 20 años, que mi maestro de música, D. julio Moreno, sea recordado en una de nuestras calles, aunque sea en el más humilde callejón, te da un poco de tristeza, porque si observas que existen vías con nombres, tan absurdos y descabellados, como: Paralela al Sol, Mira al Sol, Espalda al Viento, Napoleón; o de un empresario de transportes, o de otro de restauración, que en sus tiempos percibirían sus buenos beneficios, gracias a clientes y usuarios melillenses; también de seis falangistas, que por su anacronismo ya figuran en la triste página de la historia de nuestra ciudad; la esposa de un fusilado por los fascistas, que permaneció presa en Victoria Grande, como muchos otros que también, como su marido, fueron fusilados, y como no: la estatua del “Generalísimo”, en la entrada del Puerto, con su uniforme de Comandante.
Como ya he repetido hasta la saciedad, sobre mi maestro de música: D. Julio Moreno, fue un señor que enseñó música a cientos de niños melillenses de todas las clases sociales: algunos, que muchos conocemos alcanzaron cotas muy altas. Otros nos quedamos en la mitad, pero con el sello indeleble y la sublime afición a ese bello arte.
Pero lo más significativo es que las clases eran gratuitas, él no cobraba ni un céntimo. A la gran mayoría de sus alumnos, nos proporcionaba los instrumentos; y siempre con la paciencia de Job. Así era D. Julio.
¿No creen ustedes que este gran hombre no merece figurar en una de nuestras calles?. ¿Es que no tiene más mérito que esos empresarios, o como Napoleón, o la esposa del que fusilaron los fascistas, en julio de 1936? Si me lo permiten yo, como melillense y español, aunque caiga en saco roto, aconsejo a las autoridades de Melilla, que debieran reflexionar por el cambio de esos rótulos en nuestras calles.
Y sobre nuestro Cementerio de La Purísima creo también, que alguien con la suficiente autoridad, tanto civil, como militar, debiera tomar cartas en el asunto para su denominación como: “CEMENTERIO NACIONAL DE HÉROES DE ESPAÑA”. Aunque periódicamente, gracias al Archivo y Biblioteca Militar, podemos disfrutar, viendo publicados datos sobre los Héroes, que se hallan allí enterrados. Por supuesto que es muy significativo, pero también si en nuestro país, los amantes de nuestra Historia, supieran que en esos patios tan gloriosos, se encuentran más Caballeros Laureados que en ningún otro cementerio de España, muchos compatriotas se alegrarían de saberlo. Porque esa Cañada de Horcas Coloradas, Ataque Seco, Castelar (antigua Cañada-Rambla del Agua), con La Purísima Concepción (antiguo Ntra. Sra. del Carmen), en su epicentro, es el gran testigo, con sus galerías de Héroes y Mártires.
Y la “Matrona España” (nuestro Ángel de Bronce), con la Palma del Martirio y la Corona de Laurel, que les ofrece a los allí enterrados, guardando el descanso de los Hijos de la Patria, debe hacernos reflexionar sobre los miles de españoles que descansan en esos patios llenos de gloria.
Por favor, señoras y señores, autoridades todas: analicen los nombres de nuestras calles, y sométanlo a votación ante el pueblo de Melilla, para que cada ciudadano opine.
¡Que estamos en el siglo XXI!.
