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Atril ciudadano

Los mercados municipales de Melilla

Basta con dar una vuelta por cualquier mercado municipal de Melilla para darse cuenta de que son una entidad pública que está claramente en declive. Sus pasillos vacíos, el silencio en su interior, donde el piar de los gorriones que se cuelan por el tejado o por las enormes puertas antiguas de sus edificios, son un claro indicio de que este símbolo de la vida popular de nuestra ciudad está tocando fondo. El motivo es claro: la nueva aparición de los supermercados, en donde hay de todo y la prestación de servicios es superior y más amplia, hace que el cliente haya cambiado su rumbo y su iniciativa de consumo. Por lo general, los consumidores van a estas superficies y hacen la compra de toda la semana, ya que en cualquiera de estas entidades pueden obtener de todo a un precio bastante económico, sin tener que ir tienda por tienda, buscando los productos que más le interesan.

Otro de los motivos por lo que nuestros mercados están sufriendo una grave crisis es la facilidad con la que las autoridades locales permiten que junto a sus mercados las pequeñas tiendas puedan tener licencia para vender los mismos productos. Es decir, que frente a un mercado municipal una tienda que vende ultramarinos puede vender fruta y verdura o la misma mercancía que la Plaza más cercana ofrece.

Ni que decir tiene que de seguir por este camino, no le doy mucho tiempo de existencia a este servicio estatal. Desde mi punto de vista, las cosas nunca o casi nunca mueren del todo, solo se transforman. Creo que la visión que hemos tenido siempre del Mercado Municipal como tal, debería de cambiar. Nuestros mercados deberían de ofrecer a sus ciudadanos servicios que sean difíciles de conseguir en nuestra sociedad y que sin embargo, el ciudadano requiere, y más en estos tiempos de crisis.

No olvidemos nunca que un mercado municipal es un servicio que el Ayuntamiento ofrece a toda la sociedad, pero siempre pensando en la clase más humilde. Pongo un ejemplo: Ahora, si yo tengo una sartén de buena calidad y se me rompe por el mango, no tengo más remedio que comprar una nueva, no existe un lugar donde poder soldarla o repararla. ¿Dónde puede afilar un melillense un cuchillo en condiciones o unas tijeras? ¿Dónde puede enmarcar un cuadro de 30 centímetros o un diploma que no le cueste en una tienda de bellas artes menos de cuarenta euros? ¿Dónde puedo tapizar una silla que se me rompe? ¿Dónde puedo arreglar un vestido sin gastarme un dineral? ¿Dónde puedo comprar una rueda de churros sin que me cueste mucho dinero? ¿O coleccionar cómic?… ¿Hacer una funda o artilugio de cuero?… ¿Un taller donde arreglar zapatos?… Éstos son trabajos sencillos y digo éstos, como podría decir muchos otros. Son trabajos que la Ciudad Autónoma podría enseñar a nuestros jóvenes y después habilitarles un puesto en el mercado para que el desempleo no aumente y para mantener dicha institución.

Sería fácil dividir el edificio en tres secciones: una para el pescado, otra para la carne, fruta y verdura, o sea comestibles en general y otra para pequeños talleres. Hay que pensar que el hombre no es esclavo de la dinámica que marca la sociedad, sino que debemos ser nosotros mismos en una sociedad de economía liberal los agentes dinámicos que marquemos las pautas por donde tiene que ir la sociedad y el mundo en el que queremos vivir. No solo tenemos que pedir trabajo de un sitio a otro, debemos observar lo que sería bueno para servir a los demás y ver si tenemos posibilidades de hacerlo. Soy consciente de que el impuesto de Sociedades es elevado, como el de trabajar de autónomo, pero si la demanda ciudadana es elevada también, aparecerá una ley que regule esta situación. Podría ser no pagar autónomo o impuesto de sociedades los tres o cinco primeros años, o pagar solo un porcentaje de la ganancia, o… Seguro que algo sale, porque al Gobierno, sea cual sea, su ideal político, no le interesa tener a una población descontenta, desempleada y desanimada del sistema político en el que participa. En mi humilde opinión, creo que no hay que esperar nada de nadie y comenzar a tener ideas propias para empezar a trabajar y creo que el Gobierno debe de facilitar esta iniciativa ciudadana y sin lugar a dudas, nuestros mercados municipales serían la puerta de apertura para este buen comienzo.

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