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El “Ejército marroquí” en la Guerra del Rif

melillahoy.cibeles.net fotos 861 Jose Luis Navazo

Como recordaba estos días el director de currículum del ministerio de Educación Nacional, Fuad Chafiqi, “Hay muchas dudas sobre la veracidad de los hechos y datos de la Historia de Marruecos”. Algo usual y común a muchos países, máxime cuando se empeñan en escarbar dudosas referencias identitarias en la nebulosa de la mitología a fin de anclar excluyentes antiguallas nacionalistas. Para el caso que nos ocupa y antes de entrar en detalles, veamos dos perlas cultivadas de L´Armée Marocaine à travers l´historire, hagiográfica publicación del laureado doctor Abdelhak El Merini, “Prix du Maroc de l´année 1968” y que lleva ya seis ediciones, repletas por cierto de palmarios errores históricos para asombro de propios y extraños. Ya en su prefacio, el Mariscal Mizzian (militar hispano-marroquí, en otros tiempos al frente de las capitanías generales de La Coruña y Canarias y también de la Comandancia General de Ceuta, sí, leyeron bien) recuerda como “Tarik Ibn Ziad había conquistado la Península Ibérica con el concurso de intrépidos combatientes marroquíes” (ignoraba que los beréberes del 711 eran ya “marroquíes”), o como señala El Merini: “… l´armée marocain fit don à l´Empire islamique naissant d´une partie de l´Europe (…)”. Empezamos bien. Por su lado Mohamed Cherkaoui, ministro de Defensa en 1967, afirma sin sonrojarse que Marruecos está entre las “raras naciones” (sic) que “tienen fronteras precisas y una identidad propia desde una época que se remonta a los fenicios sino a una antigüedad más lejana”. ¡Y yo sin enterarme!
Pero acotemos el tema que nos ocupa precisamente este año 2014, centenario de la creación de las Tropas Jalifianas, es decir los efectivos militares del sultán (el título de rey viene después de la Independencia, en 1956), o sea el ejército marroquí de la época que luchaba al lado de su homólogo español en la dura pacificación del Protectorado (Paz de Bab Taza, 1927), enfrentándose tanto a El Raisuni en la Yebala como a las harkas de Abdelkrim El Jatabi y su posterior República (Islámica) del Rif. Claro que sobre las Tropas Jalifianas, el laureado doctor El Merini, nombrado en 2010 historiógrafo del Reino y Conservador del en 2010, se nos hace un lío. Porque si por un lado estaba “El ejército marroquí en la zona jalifiana” (pág.320) formado por “Regulares, Mejalas Jalifianas y la Mejaznía armada”…. ¿cómo entonces podía Abdelkrim levantar un “ejército marroquí del Rif”, es decir un “ejército de liberación rifeño” enfrentándose a los españoles… y al sultán? Que me lo expliquen. “Cosas raras veredes, amigo Sancho, dijo Don Quijote”.

En cuanto a la Guerra del Rif y la batalla de Annual, veamos lo que nos dice el doctor El Merini quien, por cierto, califica acertadamente a Abdelkrim como “Emir de la Yihad”. Para empezar, las fuerzas españolas al mando del general Fernández Silvestre están estimadas en “30.000 soldados” y, sorpresa, atribuye a Mohamed Tlemcani el “invento de obuses conteniendo un producto tóxico para los cañones del calibre 75” (pág. 335). De lo que se infiere que Abdelkrim practicó también en la medida que pudo la guerra química. El Merini se hace eco de una cita de Abdelkrim sobre Annual recogida por un compañero de éste, Mohamed Omar al-Qadi, en la que se comenta de paso el presunto suicidio de Fernández Silvestre: “Fue una masacre de la que nadie escapaba. El estado mayor fue aniquilado y el general Silvestre se tiró una bala en la cabeza. En total, habíamos matado más de 12.000 españoles e hicimos 700 prisioneros. Repito lo que ya he sostenido: Igueriben fue la fosa de sangre que, para siempre jamás, me separó de España”, hasta llegar al crimen de guerra de Monte Arruit, donde “Esta vez, los españoles se defendieron como leones”. En fin, “la guerra contra las fuerzas españolas entre 1913 y 1925” (hay errores como ven en los años) es glosada con ditirambos por el laureado doctor Abdelhak El Merini, quien exultante nos larga el siguiente panegírico final: “Ella constituye un glorioso patrimonio de la Yihad plena de heroísmo que marca la historia de las epopeyas eternas”. Una suerte de diarrea mental, puesto que el propio El Merini reconoce que “El Jatabi exigía el reconocimiento de la independencia de la zona norte”, como así reconoce por lo demás el propio líder rifeño en sus Memorias: “Yo soñaba con un Rif independiente”. Un Abdelkrim que, con todo, es tratado finalmente en el libro como “héroe marroquí”, un héroe “marroquí” que luchaba por la independencia de una parte del Reino de Marruecos….

Al otro lado, en el “pequeño Rif”, en la Yebala, el doctor El Merini no tiene empacho en reconocer los actos de “bandidaje” del cherif Ahmed El Raisuni, quien desde su feudo de Tazarut, a la vera del yebel Alam, se proclamó primero sultán en Asila y luego pretendió que los españoles “le reconocieran jalifa del Sultán en Fes y en el norte de Marruecos”. Raisuni, hombre sin duda de una obscura personalidad, si bien es tratado ocasionalmente como héroe hay cierta unanimidad entre cronistas e historiadores en señalarle como un bandido, sanguinario, autor de numerosos robos y exacciones sobre las tribus de su territorio.

Sin más comentarios. Según su autor, el libro publicado “Con la ayuda de Dios”, está escrito especialmente dedicado a “estudiantes de escuelas y de instituciones militares y oficiales de las Fuerzas Armadas Reales (…)” Siento en verdad vergüenza ajena. Me parece académicamente obsceno e históricamente impresentable, que un libro descaradamente hagiográfico y abiertamente manipulador como el que nos ocupa pueda ser utilizado en la enseñanza de los cadetes marroquíes. Mi respeto para ellos. ¡Se merecen una formación más centrada y veraz! Haya salud. Visto.

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