Está claro que este Rajoy, como muy buen gallego, ha sabido esperar a que las investigaciones a los capos catalanes dieran los resultados que se suponían. Porque en Cataluña todo el mundo político y empresarial conocían que Convergencia i Unió pasaban el cepillo. Sí, la famosa comisión del tres por ciento que Pascual Maragall denunció en febrero del 2005, en sede parlamentaria. Y que luego, tras la réplica de Artur Mas, donde le indicaba que con su actitud ponía en peligro la petición de independencia de Cataluña, pues eso, que Maragall se arrugó y calló para siempre.
Y los socialistas pasaron a la historia como el denunciante que se hizo cómplice de un sistema corrupto que en la etapa de Pujol fue santo y seña de la Generalitat. Y que continuó con Artur Mas, por supuesto.
Pues eso. Que el presidente de la Generalitat, cuando se tiró al monte pidiendo la independencia, así, a las claras, no calibró que Moncloa dispone de toda una artillería que ahora estamos viendo como da sus frutos. Ya hace dos años enseñó la patita cuando se filtró aquel informe de la UDEF que nadie desmintió, donde se ponía negro sobre blanco las fortunas en paraísos fiscales de los padres de la patria catalana. Ahora, cuando el desafío soberanista parecía más firme, el que fuera presidente de Cataluña durante más de veinte años, entra en barrena con su propia declaración de que ha defraudado… Y el tsunami amenaza con extenderse no sólo a la familia Pujol, sino a todo el partido político que ha gobernado esa región 32 años.
Más se ha entrevistado con Rajoy en Moncloa mirando con precaución a los policías que protegen el complejo. Y los mira porque teme que cualquier día se le presenten en su despacho, en su domicilio, en una reunión con empresarios, y le entreguen la citación judicial. Una citación porque se ha descubierto que también más tiene que ver con la trama corrupta de comisiones, y además que alguien ha filtrado en qué paraísos fiscales tiene depositados sus millones…
Y mientras, si, mientras se desmonta el independentismo catalán, mientras, como viene siendo habitual, Mariano Rajoy se fumará un puro.
Joaquín Abad
