Me llamo Juan Carlos Moreno Valle. Este próximo noviembre cumpliré 50 años. Después de casi una década, desempleado, cobro una pensión por incapacidad permanente total de 393,60 euros. Casado y con tres hijos me encuentro con que una entidad bancaria de la ciudad da cumplimiento por vía de apremio a embargarme el depósito de mi cuenta, reteniéndome la pensión en su integridad más casi 90 euros por intereses de demora. Me pregunto cómo pueden dejarme en negativo cuando no dispongo de ello. Me pregunto acerca del precio de mi dignidad ante mi insolvencia. Me vengo abajo cuando veo que no tengo para satisfacer mínimamente las necesidades vitales de mis tres hijos y esposa. Me pregunto y temo mis respuestas ante tanto corrupto privilegiado en sus sanciones.
He requerido, he hecho gestiones presenciales para poder abonar en sintonía con mi realidad de estrechez económica el débito con cuotas asequibles y tiempo para ello, recibiendo nones y un trato vejatorio, impropio de quienes dicen representar obras sociales y garantizar la constitucional “seguridad”.
He dado este paso de hacerlo público, sabiendo son muchísimos los que nos encontramos exprimidos por el infierno diario de esta crisis que sitúa a los más necesitados en la desesperanza y anulación como seres humanos.
Espero, este medio se haga eco de mis palabras, de mí sin vivir, estándoles por ello agradecido. Me da miedo mí mañana pero no me queda más que seguir por ellos esperando disponer de esa fuerza y de mi dignidad irrenunciable.
