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El regreso postvacacional provoca falta de apetito, dolores musculares e irritabilidad

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Cada año se produce un aumento de casos de síndrome postvacacional al final del verano coincidiendo con el fin de las vacaciones de los ciudadanos, y su intensidad es un medidor que puede revelar y poner a prueba la satisfacción individual de cada individuo. De hecho el regreso postvacacional puede provocar alteraciones como la falta de apetito, dolores musculares o irritabilidad, una situación que suele afectar más a menores de 45 años y a aquellos que se incorporan a la rutina "sin una breve transición", según lo señala una experta del Hospital Quirón de Valencia. La profesional de la Unidad de Psicología Clínica de Hospital Quirón Valencia, Marina Sangonzalo, explica que se trata de "un estado de malestar general, que aparece acompañado de síntomas que dificultan el retorno a la actividad diaria". De este modo, recomienda que si esa desazón no desaparece en unos diez o quince días, "es necesario consultar con el médico", ya que se puede estar ante "un proceso distinto que requerirá de atención especializada", ha indicado el centro en un comunicado.

Problemas
Las alteraciones que pueden experimentarse tras la vuelta de vacaciones se clasifican en dos grupos: físicas y psíquicas. Dentro del primer tipo, puede sufrirse fatiga, falta de apetito, somnolencia, dolores musculares o cansancio; mientras que dentro de las alteraciones psíquicas, puede producirse apatía, irritabilidad, nerviosismo, inquietud, desesperanza o tristeza.

Este fenómeno es "relativamente reciente" y está relacionado con la etapa final de las vacaciones de verano y de Navidad o con aquellos periodos de descanso que igualan o superan una semana de duración. "En general, suele afectar más a las personas menores de 45 años y también a aquellas que realizan una ruptura brusca del ritmo de vida vacacional y se incorporan a la rutina sin una breve transición", puntualiza la especialista.

Afectados
Alrededor de un 20 por ciento de los afectados se recupera prácticamente en uno o dos días y un 35 por ciento puede prolongar este malestar hasta dos semanas. Dependiendo de cada persona, el regreso a la rutina se percibe como "un castigo, como un suceso indeseado o como una oportunidad para retomar o iniciar nuevos proyectos". Además, Sangonzalo añadió que la forma de afrontamiento de cada persona "supondrá que el retorno sea ilusionante o una auténtica tortura".

En función de las circunstancias que rodean a cada persona, la especialista recomienda, para evitar este síndrome, ordenar los recuerdos para "revivir los buenos momentos", así como planificar la vuelta a la rutina dos días antes de empezar, retomando los horarios habituales de acostarse y levantarse, aunque sugiere dormir más horas. También aconseja programar actividades de ocio para realizar durante los primeros días tras el fin de las vacaciones, además de evitar el pensamiento "en blanco" –la felicidad de las vacaciones– y "el negro" –el sufrimiento de la rutina– y recomienda afrontar la vuelta con "ideas ilusionantes".

Carácter
El vicepresidente de la Asociación Española de Psiquiatría Privada (ASEPP), José Antonio López cree que cada vez son más los españoles que "pagan a la vuelta de las vacaciones el precio de la cada vez más agresiva civilización que estamos construyendo". Ejemplo de ello es el síndrome postvacacional.
"Como norma general, cuanto más intensos son estos síntomas, mayor disconformidad encuentra la persona con su vida y más necesaria se hace la intervención profesional", defiende López Rodríguez. La personalidad y la capacidad de adaptación de cada individuo es también un factor muy importante a tener en cuenta ya que "no todo el mundo tiene las mismas armas psicológicas" para combatir la vuelta a la rutina tras las vacaciones. "Se debe tener una visión optimista de cualquier cambio, y no todo el mundo la tiene", asegura el doctor José Antonio López, quien explica además que "las personas tendentes a la depresión o que ya han pasado con anterioridad por un síndrome postvacacional, son más propensas a padecerlo de nuevo".

Por otro lado, este experto admite además que los más pequeños de la casa no están exentos de padecer este síndrome tras las vacaciones, ya que generalmente suelen presentar síntomas similares durante los primeros días de colegio, manifestándolo a través de un sueño intranquilo o la falta de apetito. "Al igual que los mayores, tras un largo periodo en el que no han tenido horarios, ni obligaciones, los niños pueden presentar angustia frente a la vuelta al colegio y la separación de sus padres", explica el doctor.

En este sentido, el doctor explica que a los niños se le puede ayudar "estando más con ellos estos primeros días, siendo compresivos, explicándoles que es divertido ir al colegio y estimulándoles en su nuevo aprendizaje y, sobre todo, no enfadándose con ellos porque estos días puedan estar más irritables o no duerman.

Para ello, los padres deben entender que se trata de algo adaptativo y que ellos son los primeros que no han de mostrar preocupación frente al niño. "Los padres ansiosos hacen niños ansiosos, y la mejor prevención se realiza durante todo el año. Lo mejor es dejar a los niños que exploren y no ser sobreprotector con ellos", concluye.

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Redacción

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