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Necesario revulsivo

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La carestía del transporte y su estancamiento no favorece precisamente el necesario movimiento consumista que la hostelería y el comercio melillense requiere con urgencia. Ya está confirmada la noticia que tanto esperábamos muchos ciudadanos. Teresa Romero está curada. Ayer se anunciaba oficialmente que en el organismo de la auxiliar de enfermería no queda el menor resquicio del virus del ébola y así lo confirmaba José Ramón Arribas, jefe del servicio de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del complejo hospitalario La Paz-Carlos III al señalar que cuatro PCR, que es la prueba que detecta la enfermedad en la sangre, habían dado negativas, lo que ratifica que la paciente ha superado la infección. La noticia aportaba además un respiro en la preocupación generalizada que provocó el anuncio de su enfermedad, el primer caso de contagio en Europa. Tras los muchos errores iniciales cometidos, afortunadamente se ha reconducido la situación y ahora habrá que esperar 42 días, dos veces el período de incubación del virus, tal y como establecen los criterios de la OMS. Si antes no aparece ningún otro contagio, el 2 de diciembre podría afirmarse que la crisis del ébola ha concluido en España.

Una preocupación menos para aquellos que todavía siguen estupefactos por el escándalo de las tarjetas de crédito opacas de Caja Madrid y Bankia, centrado en los últimos días en torno a Rodrigo Rato, superministro del gobierno de Aznar, y protagonista de un culebrón del que cada día se conocen nuevos capítulos. Pero lo cierto, es que los culebrones en este país, tan castigado por la crisis, son continuos. Las tarjetas opacas, han restado portadas al “honorable” Jordi Puyol y éste quitó protagonismo a los últimos episodios sobre los ERE de Andalucía y así sucesivamente. Una serie continuada de sinvergonzonerías que están mermando, y mucho, la credibilidad de la clase política. Pero tampoco es justo juzgar a todos por el mismo rasero. Son muchos los políticos que actúan, trabajan e intentan, con mayores o menores aciertos, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, como es su deber y su obligación. Lo que ocurre es que también a una gran mayoría se le olvida que están al servicio de los ciudadanos que son quienes les sientan en sus confortables poltronas y costean sus nóminas.

No obstante, entre el negro panorama se atisban rayitos de sol, como es el caso de la benigna climatología que estos días se ha adueñado de la ciudad que, junto al estado de salud de Teresa Romero, aportan luminosidad al panorama informativo. Sin embargo, ni el buen tiempo está haciendo posible que el sector de la hostelería local experimente el revulsivo necesario para salir del “impasse” por el que atraviesa. Son vitales las fórmulas imaginativas tanto por parte empresarial como de la Administración. Sin duda, son los propios afectados quienes deben aportar todo tipo de iniciativas para incentivar el consumo, pero también la Administración debe poner en marcha toda su capacidad y medios para apoyar a uno de los sectores que más puestos de trabajo crea en la ciudad y que aglutina un mayor número de trabajadores. Y desde luego, la carestía del transporte y su estancamiento no favorece precisamente el necesario movimiento consumista que la hostelería y el comercio melillense requiere con urgencia.

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