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ALPINISMO - ACTIVIDADES

El melillense Gustavo Castro Suárez alcanza la cumbre del monte Kilimanjaro

melillahoy.cibeles.net fotos 1005 Gustavo Castro Kilimanjaro  2014

El pasado mes de febrero el atleta melillense finalizó en Tokio las Series Mundiales de Maratón, World Marathon Majors (Nueva York, Londres, Berlín, Chicago, Boston y Tokio). Posteriormente, en julio de 2014, completó la mítica competición cívico-militar Vierdaagse en Nijmegen, en Holanda, prueba dividida en cuatro etapas con un total de 200 kilómetros. Tras completar estas pruebas, esta vez en el ámbito de la escalada de montaña, califica su primera experiencia como muy positiva en montaña, en la cumbre del monte Peñalara, en la Sierra de Guadarrama, a 2.428 metros. En octubre de 2013 optó por escalar el célebre volcán Etna, en Sicilia, aprovechando uno de los momentos en que no había erupciones volcánicas. Tras aquel ascenso, hollada la cumbre de 3.350 metros, decidió de forma definitiva intentar metas mayores.

Para ello, Castro inició una meticulosa planificación del asalto a la cumbre del monte Kilimanjaro, en Tanzania (África).

El melillense señaló que para él fue una experiencia totalmente nueva. “El trabajo físico en hipoxia (ausencia de oxígeno) fue una desagradable novedad, pues soy un atleta y maratoniano desde hace casi veinte años, pero el mal de altura se hizo patente en cuanto alcancé los 5.000 metros”.

Para compensar la ausencia de oxígeno a esa altitud es necesario beber mucha agua. Así, el organismo consigue recuperar parcialmente los niveles de oxígeno. El principal problema pasaba por las temperaturas bajo cero. Las cantimploras se congelaban, los bidones estaban llenos de trozos congelados, tragar algo de agua era un suplicio. “Según me acercaba a la cumbre, las temperaturas disminuían drásticamente. El frío era intensísimo, con nieves perpetuas y la temperatura nunca baja de -7º C, mientras que por la noche puede llegar a -12ºC.”
El melillense, sufriendo lo indecible, tuvo claro que bajo ningún concepto podía retirarse. Llevaba en un bolsillo precintado la bandera de España, y estaba firmemente determinado a desplegar la enseña nacional en el Uhuru Peak, el punto más alto de África, a cualquier precio».

El equipo tardó casi siete horas en alcanzar el Gilman’s Point, a 5.680 metros de altitud. Poco después comenzó a amanecer. A partir de aquí sólo quedaban 215 metros de desnivel bordeando el cráter por la arista cimera. “Hicimos unas extraordinarias fotografías con África al fondo, nos hidratamos y asaltamos el Stella Point, a 5.700 metros. Allí nos juntamos con la ruta Machame y continuamos avanzando sin pausa, al estar esta zona muy expuesta a un viento muy incómodo”, explicó Suárez.

Desde allí, apenas les separaba una hora de la gloria. Se reagruparon con una expedición hindú que se encontraba en una situación de agotamiento similar a la española. “Nos dimos ánimos mutuamente y con la inestimable ayuda de nuestros guías, Danny y Joseph, asaltamos, con paso lento pero seguro, el escarpado sendero que nos llevó hasta el Uhuru Peak, el punto más alto de África, la cumbre del Kilimanjaro. Allí recuerdo que no podía respirar, no podía pensar con claridad. Desprecinté la bandera nacional y me hice la fotografía en la cumbre. Las baterías de los móviles y de las cámaras de fotos dejan de funcionar por las gélidas temperaturas. Afortunadamente fui previsor y llevaba la cámara de fotos dentro de un gorro GoreTex de reserva en el interior de la ropa que portaba. Acerté a recoger una de las míticas rocas negras de la cumbre y nos marchamos.»
Para este deportista local, llegar a la cumbre del Kilimanjaro supone hacer realidad un sueño. “Como siempre ocurre con emociones tan intensas, son muy difíciles de explicar, pero perduran por mucho tiempo. Su recuerdo trae consigo las ansias de compartir ese momento con todas aquellas personas que realmente aprecias y quieres, y que te gustaría que estuvieran allí contigo».

El descenso desde la cumbre fue lento y penoso, con las piernas cargadas y un agotamiento evidente. “Finalmente, con la ayuda de Dios, y tras más de tres horas de descenso, conseguimos llegar sanos y salvos al campamento base avanzado de Kibo. Allí sólo nos dejaron descansar dos horas. Debíamos descender de inmediato a menores altitudes para permitir a nuestros organismos captar un mayor volumen de oxígeno. Agotados pero satisfechos, caminamos durante varias horas llegando al refugio Horombo, a 3.750 metros, al atardecer, donde pasamos la noche”.

Gustavo Castro comentó que nunca pensó que la ausencia de oxígeno pudiera tener un impacto tan grande sobre el organismo. “En el campamento avanzado, a 4.600 metros, no había ningún tipo de vida animal. No pudimos ver ni ratones, ni pájaros. Ni siquiera había moscas o mosquitos”.

Hay que destacar sobremanera el extraordinario papel de los guías tanzanos en la expedición que, con una amplia experiencia, y un conocimiento perfecto del terreno, “nos permitieron poder alcanzar la cumbre”.

Próximos objetivos
El próximo domingo, el melillense participará en la XV Carrera Cívico-Militar contra la Droga, que se celebrará en el parque de la Casa de Campo, en Madrid.

Aunque todavía se encuentra en proceso de recuperación, Gustavo Castro Suárez confirma que participará en el próximo medio maratón de Melilla que se celebrará el 16 de noviembre en la Ciudad Autónoma. Asimismo, espera hacer un papel digno en la San Silvestre Vallecana Internacional 2014, al tener dorsal garantizado tras haber acreditado la marca mínima exigida para poder competir con la élite mundial. En el horizonte más lejano, el monte McKinley en Alaska, y el Cho Oyu, sexta montaña más alta del mundo.

Desde Arusha, Tanzania, cuartel general de la expedición española, Gustavo Castro Suárez quiere agradecer a todos los melillenses el apoyo recibido durante todos estos años en las diversas competiciones en las que ha participado. Considera un inmenso honor haber podido llevar el nombre de la ciudad a lo más alto del continente africano.

Asimismo, agradece a los trabajadores del Estadio Álvarez Claro, “Hassan, Mariano y al «gran Madriles» Mimón, “los ánimos otorgados durante todos estos años de entrenamiento. Un abrazo a Pedro Botello y a Julio, a José Luna, de la Residencia de Estudiantes, a todos los compañeros de trabajo, en especial a Fernando Pons, gran deportista, maratoniano y compañero del grupo de deportes ‘Melilla Siempre Española’, con el convencimiento de que en esta vida todos los problemas tienen una solución.” Y, por último, “un recuerdo entrañable a todos los compañeros del gimnasio Intergym, centro donde entreno desde hace casi diez años”.

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Enrique Azaustre

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