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Demagogia para el despiste

La foto no es otra cosa que demagogia si se tiene en cuenta que ni Melilla ni el campo de golf pueden paralizar su vida porque haya un salto masivo en la valla, más sabiendo que estos intentos de entrada clandestina no son esporádicos, sino que ya son prácticamente y por desgracia el pan nuestro de cada día La inmigración clandestina es un grave problema donde el drama humano de quienes huyen choca frontalmente con la necesidad y la legitimidad de un país a proteger sus fronteras. Un problema en el que los inmigrantes son utilizados de manera deplorable por las mafias que trafican con seres humanos. Lamentablemente, de un tiempo a esta parte parece que algunas ONGs también se dedican a usarlos para armar revuelo y buscar polémica y no tanto para hacer la labor que se supone que deben hacer, que es ayudar al colectivo al que atiende a que mejore sus condiciones de vida o solucionar un problema. Cualquiera que reflexione un poco puede llegar a la conclusión de que al inmigrante no se le ayuda animándole a saltar una valla, sino a buscar las fórmulas para que puedan entrar legalmente, con su documentación en regla, porque eso es lo que al final les va a permitir vivir con tranquilidad en Europa. Animarles a saltar la valla y buscar la manera de poner contra las cuerdas a quien protege las fronteras es hacer el juego a quienes cobran a los inmigrantes por traerlos engañados desde sus países hasta la valla para que sigan sufriendo tanto o más que en sus casas. Y eso se puede comprobar con las estadísticas de quienes deciden acogerse a los programas de retorno voluntario impulsados por el Ministerio del Interior.

Algunas ONGs, como PRODEIN, cuentan además con una estrategia muy planificada para conseguir llamar la atención de los medios nacionales e internacionales, aunque sea a costa de utilizar recursos como la manipulación, el engaño o la demagogia mediante vídeos, informaciones falsas o fotos que persiguen no se sabe qué objetivo. Lamentablemente, también suelen pecar de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, como puede deducirse por la ausencia de una condena a las agresiones contra agentes de la autoridad hasta llegar incluso a poner en riesgo su vida como ocurrió la semana pasada. Aquella realidad mostrada en vídeos echó por tierra el discurso habitualmente victimista de esta entidad, que necesitaba distraer la atención con argumentos llamativos.

Quizá por eso respondió asegurando que ese inmigrante había perdido un riñón, afirmación de la que luego se desmarcó, y a la que ha seguido ahora la polémica sobre la foto del campo de golf. Esto ya no es otra cosa que demagogia si se tiene en cuenta que ni Melilla ni una instalación deportiva municipal como el campo de golf pueden paralizar su vida porque haya un salto masivo en la valla, más sabiendo que estos intentos de entrada clandestina no son esporádicos, sino que ya son prácticamente y por desgracia el pan nuestro de cada día. Mostrar a los melillenses como unos insensibles y enorgullecerse de ello en las redes sociales por la repercusión que la imagen está teniendo fuera de nuestras fronteras era una de las pocas cosas que le quedaba por hacer a esta ONG que, curiosamente, siempre sabe cuando va a haber un salto masivo o una entrada de una patera y está lista para darle al botón rojo del REC antes incluso de que se produzca. Partiendo de esa base, quizá la foto del campo de golf no sea fruto de la casualidad como nos quieren hacer creer, sino que a lo mejor era ya una estrategia planificada mucho antes incluso de que los inmigrantes bajaran del Gurugú en dirección a la valla.

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