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Columna pública

El adormilado vuelve a la carga

La mayoría recordará a un personaje que hace aproximadamente año y medio tuvo la osadía de englobar a los miembros de la Guardia Civil en tres categorías: los frustrados, la masa aborregada y los adormilados. Le faltó explicar en qué grupo se consideraba inmerso, como componente del Cuerpo que es, por desgracia. Pero, a falta de iniciativa propia, y en uso del derecho de réplica, debo incorporar al autor de la gilipollez en el grupo de los adormilados ya que lo considero el menos ofensivo del trío y, para ofender, bastante bien se las arregla el ínclito. Tras esperar alguna reacción de la asociación que representa, aunque solamente fuera por tratar de salvar su escasa imagen -infructuosa espera- o, quizás, alguna respuesta institucional por parte del responsable de la Comandancia o, por qué no, de la Dirección General -más infructuosa espera si cabe-, la descalificación fue perdiendo actualidad y quedó casi en el olvido. Y digo casi porque el personaje en cuestión, bien librado de su primera ocurrencia y lejos de aprender la lección de que el silencio es normalmente la réplica más aguda, ha seguido horadando los oídos de todo aquel que encontraba a su alcance.

Su última gesta es bastante reciente. Hace unos días se presentó en Melilla un informe sobre las denominadas 'devoluciones en caliente' y entre los asistentes al acto estaba nuestro adormilado protagonista. Dada su sagacidad y conocimientos en la materia, cuando se explicó el punto de vista que algunos defienden referente a que cuando una persona toca suelo español lo que deben hacer las fuerzas de seguridad es ponerla a disposición del Cuerpo Nacional de Policía para que inicie los trámites de identificación y, en su caso, de repatriación, su réplica quedó a la altura de su intelecto. Preguntó en voz alta, creyendo acaso que había descubierto el número áureo, que si una persona salía de Nigeria con intención de entrar en España de manera irregular, también había que detenerla o retenerla y ponerla a disposición de CNP. Me pregunto si después de dejar de pasearse cerca de la valla melillense, a este lumbreras le afectan las insolaciones ahora que ocupa una cómoda oficina o si esos lúcidos pensamientos son la voz de su amo que repite sin analizar, dada su cercanía al dios morfeo. Porque considero poco probable que en su papeleta de servicio venga recogida la realización de puntos de verificación en la rotonda de las afueras de Nigeria. Y no deja de tener sentido esta última frase que he escrito dado que esta personificación de Oniros considera que su condición de agente de la autoridad se mantiene al otro lado de la valla fronteriza. Vamos, que se presenta en Marruecos y pone firmes a los mehanis tal y como él hace cuando ve a un superior. Todo un aspirante a Torrente, que se dice…

Como todo buen Quijote, el adormilado se hace acompañar de un Sancho que trata de emular a su señor. Se trata de otro sujeto que aterrizó de pie en la Institución y defiende lo suyo con la devoción del converso. Supongo que, para no quedar excluido del esperpento que se estaba viviendo, se lanzó con fuerza a la carga, emulando a aquella Brigada Ligera de la batalla de Balaclava, con parecido desenlace, tras proclamar sin rubor que los guardiaciviles que hacen servicio en la valla están destinados por voluntad propia a ese servicio, ignorando inexplicablemente que tal vigilancia perimetral es uno más de los servicios que pueden encomendarse a los compañeros destinados en el acuartelamiento melillense, pero no el único. Al final y por pura lógica, la cosa acabó con un caballero increpando a nuestro primer protagonista, que al parecer salió de su letargo por unos instantes. Pues nada, les dedico a los dos este artículo para que vean que nos seguimos acordando de ellos con cariño, y nos preguntamos si no habría que hacerles una cuarta categoría para su uso y disfrute personal, porque en las tres usadas por estos insignes lumbreras para encasillar a los demás, no parecen tener sitio ni aunque las sumes.-

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