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El Torreón del Vigía

Josefina Santa

melillahoy.cibeles.net fotos 1009 Angel Gil

Hay otra vida, otras personas, una realidad que es la cotidiana y que siendo normal no sale en los medios de comunicación y que merece destacarse, por encima de corrupciones, o de dinero facil, de información manipulada o de violencia que llenan espacios y que hacen que algunos crean que no es posible otro mundo. Josefina Santa es para los abogados melillenses la persona a la que siempre tenemos al lado en tantos momentos de nuestra carrera y que mostrandose igual, en cualquier situación, nos resuelve buena parte de la burocracia colegial. Todo su trabajo lo hace con la eficacia que pocos saben imprimir a su diaria ocupación, con ese saber estar que tanto se busca pero es dificil hallarlo en una persona con la que tratas tan a menudo. Aprendí a valorar a Josefina al lado de aquel gran abogado Luis Abellán, quien fue mi padre y maestro en la vida y en esta profesión. La vieja sede de Cándido Lobera, a la que en muy poco tiempo diremos adios, guardará su labor callada pero imprescindible para que funcione la casa de la abogacia melillense. Allí la encuentras llena de escritos frente al ordenador, con el espejo que es su cara y con los valores que, solidamente aprendidos, imprime en su contacto con los demás como en la Parabola de los talentos. La escuela de Josefina es la que tan necesitados estamos en esta vida, su humanismo como parte de su personalidad, su templanza ante cualquier asunto para quitar hierro y sembrar paz, su fé sólida con la que es capaz de superar los temporales de cada jornada, su amor a la familia para los que saca tiempo aun quitandoselo del que ella necesita, su entrega al trabajo como vocacionalmente viene haciendo desde que un día entro por las puertas del Colegio, su naturalidad para con todos y su sonrisa que da otro color al trabajo monotono. En ella su equipo, Jesica, África, María y Gonzalo la tienen como un espejo donde mirarse. Adivino como seria ese primer día en el Colegio de Abogados, cuando recien terminada su carrera de Magisterio entraba por las puertas y debía ponerse a trabajar con Gramage, supongo sus dudas iniciales por las que todos pasamos incluido aquel arriado de Bandera que entre otras cosas la fue enseñando el Oficial Mayor. Aprendiendo en horas y jornadas, desde hace veinticinco años y con la dificultad incomprensible pero añadida por ser mujer. La Medalla de Oro que el Ilustre Colegio de Abogados de Melilla le ha concedió a Josefina Santa con motivo de la festividad de su Patrona, Santa Teresa de Jesús, no solo ha hecho justicia a su persona sino que nos ofrece un mensaje a toda una sociedad de lo que significa trabajar al servicio de los derechos ciudadanos. Solo así se puede empezar el día y ser capaces de terminarlo con el descanso merecido. Por motivos profesionales me fue imposible acompañar, como hubiese querido, a Josefina cuando el Decano, Blas Jesus Imbroda, le hizo entrega de la máxima distinción colegial en el Hospital del Rey, hoy quiero y através de esta columna rendir un homenaje a quien es el puntal del Colegio, desde mi profunda admiración y agradecimiento.

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