Por esa regla de tres, ¿cada vez que hay un salto hay que paralizar la ciudad más de media jornada? Porque el perímetro de seguridad que se monta es muy amplio ¿No vamos a las cafeterías ni a los bares ni nos damos un paseo para parecer más solidarios? Mientras sigue coleando la dichosa foto de los inmigrantes encaramados a la valla mientras dos mujeres juegan al golf, una imagen con la que intentan dar una idea de los melillenses que no es real, la verdadera cara de los ciudadanos de Melilla es otra bien distinta. Así, mientras algunos quieren hacer ver lo insensible que pueden llegar a ser los habitantes de esta tierra ante el drama de la inmigración, la realidad desmiente esa imagen. Pero claro, un uso demagógico y torticero de esa foto "vende" mucho pero nadie pone el acento en que los subsaharianos estuvieron encaramados durante trece horas en la alambrada. Por esa regla de tres, ¿cada vez que hay un salto de indocumentados hay que paralizar la ciudad más de media jornada? Porque el perímetro de seguridad que se monta es muy amplio ¿dejamos de comer ese día para estar en sintonía con el drama que viven estas personas? ¿No vamos a las cafeterías ni a los bares ni nos damos un paseo para parecer más solidarios? Parece ser que sí, si se tiene en cuenta el uso que se está ofreciendo de esa fotografía. Así lo creen y además así lo muestran para intentar echar por tierra la solidaridad de los melillenses. Pero los ciudadanos que vivimos en estos más de doce kilómetros cuadrados sabemos que esto no es así, que desde que empezó el fenómeno de la inmigración a finales de los años 90, la comprensión, la ayuda y la buena relación con los subsaharianos ha sido la tónica predominante. Y eso a pesar de la cada vez mayor violencia con la que realizan las avalanchas, hiriendo en muchos casos a los miembros de la Guardia Civil y Policía Nacional que tienen que hacer frente a esta penetración ilegal en territorio español. Sabemos que su deseo de llegar a un mundo mejor los sitúa por encima de otras cuestiones, como la seguridad de los agentes, a pesar del daño que pueden infringir a miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a sus familias, que viven en vilo cada noche de salto. Esto, sin embargo, no está siendo óbice para que el trato que se da a los subsaharianos una vez están en Melilla sea exquisito. No sólo en lo oficialmente establecido, como el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde tienen asegurado alojamiento, manutención, sanidad y, en el caso de los menores de 16 años también educación, sino en el trato diario con el resto de ciudadanos, dándoles no sólo dinero sino también ropas y otros artículos, en el tiempo que están hasta su traslado a la Península. También son muchas las organizaciones que velan por su bienestar, ofreciéndoles apoyo y asesoramiento.
Por todo eso, quienes intentan vender una imagen irreal de los melillenses, y lo que es peor viniendo de propios melillenses, se están engañando a sí mismo y a los demás.
