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Nota en Libertad

Pedir perdón, sí, y, actuar, también

melillahoy.cibeles.net fotos 1015 Carlos entrena a

La reciente aparición de numerosos casos de corrupción política ha animado, o mejor, obligado, a diversos dirigentes políticos como Esperanza Aguirre, Tomás Gómez y al mismo Presidente del Gobierno, a pedir perdón a los ciudadanos por los actos y conductas cometidas por miembros de sus respectivos partidos políticos. ¿Es posible pedir perdón en el ámbito político, y esperar ser perdonado, sin adoptar, simultáneamente, medidas legales urgentes para tratar de de evitar que vuelva a repetirse la acción corrupta?. Creo que el perdón es una declaración parcial necesitada de adicional acción política.

La labor del gobierno es gestionar los asuntos públicos y, donde se han producido las conductas delictivas, principalmente, ha sido en el ámbito de las Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, personas de partidos políticos y de sindicatos, de ahí que exista una obligación de reacción legal para tratar de evitar que los actos reprobables vuelvan a ocurrir o, al menos, que se les dificulte a sus autores. El hecho de pedir perdón en el Parlamento, así como decir, lógicamente, que los autores sufrirán el proceso penal y que el partido político los va a expulsar creo que no es suficiente porque el ciudadano merece estar seguro en cuanto a la buena gestión de los asuntos generales y requiere una administración competente y responsable; así pues, los responsables políticos no pueden creer que “cumplen” con lo expuesto.

El perdón se puede pedir y obtener y se puede plantear por distintas causas con valor diverso. Así, conocemos el perdón que se pide y se da entre personas en el ámbito familiar, de la amistad, social y el perdón-reconciliación de grupos y comunidades que han sufrido incluso guerras. También conocemos el perdón en el ámbito religioso teológico, que ha sido entendido, según los términos bíblicos, como acto de la misericordia de Dios, como acto gratuito, que no pone condiciones a los pecadores que le ofenden. Pero el perdón político solicitado por el Presidente del Gobierno aunque tiene valor humano, no es ni el perdón amistoso ni el religioso; lo ha pedido en sede parlamentaria ante los representantes del pueblo español, por errores u omisiones, por culpa in eligiendo o in vigilando, de personas de su partido que han ocupado cargos desde los que se han enriquecido ilícitamente, violando la ley y quebrando el vínculo de confianza con los ciudadanos representados y, ese perdón, debe estar acompañado de inmediata reacción política. Los ciudadanos, están sufriendo mucho, cumplen con sus obligaciones fiscales y sociales y esperan una adecuada gestión pública que requiere una reacción inmediata del poder para que no vuelva a ocurrir lo que ha ocurrido.

Los políticos ejercen el poder voluntariamente, y se han presentado y han conseguido ser elegidos en elecciones democráticas, por ello, no pueden creer que pedir perdón equivale a una rendición de cuentas pues el titular del poder no puede desvincularse de su responsabilidad (en alemán se utiliza la misma palabra –die Schuld- para indicar culpa y deuda) de un modo tan suave: falta la enmienda. La figura del Decreto Ley, del que hace uso frecuente el Gobierno, está previsto para estos casos como expresa el art. 86 CE 1978: “caso de extraordinaria y urgente necesidad”. Ahora hay una situación delicada en la vida social y política de España y no puede perderse este momento para demostrar que el fin del Estado y del poder público es “realizar el Derecho” que es realizar la justicia, como decía León Duguit.

Los temas que deben ser objeto de acción inmediata y que implicarían verdadera regeneración democrática, son:
1.- Establecer la subasta como forma esencial de adjudicación en la contratación pública, reduciendo el concurso, ahora generalizado, que abre espitas a los conseguidores, como se ha visto.

2.- Dar publicidad diaria de los gastos de los organismos públicos y de la contratación laboral de personal por entes públicos; controlar el gasto por medio de interventores de cuerpos nacionales, independientes de las corporativas locales o CCAA; controlar los gastos y la financiación de los partidos, sindicatos y entes empresariales asimismo con interventores, cuando más de la mitad de su presupuesto venga del presupuesto.

3.- Realizar auditorias anuales de todos los entes públicos por medio de empresas auditoras independientes, para que sean revisadas por el Tribunal de Cuentas dentro del año siguiente al cierre de cada ejercicio.

4.- Suprimir o fusionar empresas, fundaciones, órganos públicos que actúen fuera de la legislación de contratación pública.

Es posible, y nos gustaría, que se implantaran las medidas de Transparencia que se contemplan en la ley de 2013 que está, todavía, pendiente de desarrollo.

CONCLUSIÓN: Cuando un político en el poder pide perdón a los ciudadanos por actos de corrupción política realizados por miembros de su partido, y por los que se siente culpable, debe acompañar su petición de perdón político (distinto del perdón en el ámbito familiar, social o religioso) de las medidas urgentes necesarias para que los actos no vuelvan a repetirse o, al menos, para dificultar la posibilidad de su ejecución. Los ciudadanos necesitan un buen gobierno y confianza en la gestión pública.

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