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Sol y nubarrones

Con qué nos quedamos, por tanto, ¿con la línea de la crítica fácil de que estas inversiones cercanas en el tiempo a los comicios son electoralistas?. Pues bien, preferimos que las actuaciones públicas continúen su curso con independencia de tiempos y plazos políticos y que la inversión promueva el necesario consumo y palie en lo posible el espantoso lastre que, para todos, conlleva el paro Aunque todavía la celebración de las Navidades conforma una pequeña barrera antes de sumirnos en la precampaña de los próximos comicios electorales autonómicos de la primavera 2015, ya arrancan las lecturas electoralistas de cada actuación por parte de las formaciones políticas tanto gubernamentales como las procedentes del bloque opositor.

Cierto es que aunque los términos macroeconómicos, que realmente entienden tan solo un porcentaje mínimo de población, apuntan a una recuperación de la economía española, la percepción generalizada del ciudadano es muy diferente, cuando palpa que millones de personas continúan en el paro y, lo que es peor, con escasas expectativas de que la situación experimente un cambio lo suficientemente significativo como para comenzar a disipar los negros nubarrones que den paso a los ansiados rayitos de sol.

En este ambiente donde pondera el pesimismo, en Melilla su máximo representante institucional Juan José Imbroda, tras reconocer las carencias de infraestructuras y personal por las que atraviesa el sector educativo y que están dando paso a concentraciones casi diarias de profesores adscritos a sindicatos de enseñanza, anunciaba ayer que, en breve, se acometerá la construcción de un colegio en Gabriel de Morales, tras la consiguiente permuta entre la Ciudad y Defensa, así como de un instituto en Jardín Valenciano, que ya dispone de las necesarias partidas en los presupuestos de 2015. Consideraba, por tanto, el presidente de la Ciudad que algo está cambiando, ya que con la crisis en pleno apogeo no se hubiera podido dar luz verde estos proyectos.

De la misma manera en la mañana de ayer se daba el aldabonazo de salida a las obras de remodelación del barrio del Real que suponen una dentellada a las arcas públicas de 1,4 millones de euros y que permitirán mejorar de forma considerable la imagen del populoso barrio y sobre todo de la calle La Legión, eje vertebral de la población residente en la zona. Una obra por cierto polémica por la supresión de aparcamientos en la vía principal, pero que los técnicos consideran que podrán ser absorbidos por las calles colindantes. Y, como no, una obra que ya empieza a contar con detractores que piensan que existen asuntos prioritarios pendientes de solución en la ciudad. Sin embargo, las sombras no siempre pueden ocultar el sol. Un sol que desde un prisma positivo muestra las ventajas que aportan las obras públicas con su cadena de beneficiarios directos como son los trabajadores y los indirectos entre los que se encuentran proveedores, comerciantes o industriales entre otros.

Un barrio, el del Real, que recibió su nombre oficialmente en junio de 1910, coincidiendo con el final de la Campaña de 1909 y en honor a Pedro del Real Sánchez Paulete, General Segundo Jefe de la Plaza de Melilla y Comandante de la División creada al terminar la Campaña. El barrio se construyó con gran rapidez y en 1914 ya había 800 casas levantadas. Un barrio que ha atravesado por diferentes etapas hasta alcanzar su mejorada imagen actual. Y un barrio, como todos, no exento de problemas, como el de la prostitución, hace unas décadas concentrada y por tanto más controlada en una zona de la calle Mar Chica y hoy aposentada en el extremo opuesto, la calle Jiménez Iglesias, para cuya construcción allá por los años 20 del siglo XX hubo que desviar el cauce del Arroyo Mezquita. Una prostitución difícil de erradicar pero que la reciente aprobación del Reglamento de Convivencia podría paliarla en parte, ya que introduce la posibilidad de sancionar a los clientes de las profesionales más antiguas del mundo.

Como siempre, y en todo, pros y contras. Con qué nos quedamos, por tanto, ¿con la línea de la crítica fácil de que estas inversiones cercanas en el tiempo a los comicios son electoralistas?. En base a esta teoría quién establece el criterio del tiempo que sería el acertado para paralizar las obras públicas. Pues bien preferimos que las actuaciones públicas continúen su curso con independencia de tiempos y plazos políticos y que la inversión promueva el necesario consumo y palie en lo posible el espantoso lastre que, para todos, conlleva el paro.

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