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El rincón de Aranda

Nombres de cañones para una ruta turística

melillahoy.cibeles.net fotos 1064 Juan Aranda web

Echando un vistazo por la hemeroteca del desaparecido “El Telegrama del Rif”, buscando datos publicados sobre el Cabo Noval, observo que el 13.07.1915, se recibe en Melilla una autorización del Obispo de Málaga, para el traslado de los restos mortales del laureado Cabo, a Oviedo. Ignorando la llegada de la comisión de la capital del Principado, para recogerlos. Igualmente leo: “Esta mañana, un cañonazo disparado desde el Fuerte de Camellos, dio la señal de comenzar el ayuno de los moros, según sus costumbres en la fiesta del Ramadán”. Como ya sabía que el cañón que dispararon, desde Victoria Grande, para fijar los límites de Melilla el 14.11.1863, fue el llamado: “Caminante”; para saciar mi curiosidad, lo primero que se me ocurrió fue llamar a José Luís Blasco: Alma-Máter indiscutible, en todos los aspectos, sobre la Historia de nuestra ciudad. Mientras estaba hablando con él, y explicándole mi opinión al respecto, recibo por correo electrónico, y por sorpresa, (estaría el tío con un “manos libres”), una relación de varios cañones con sus respectivos nombres, que por su valor, dentro del contexto histórico de nuestra ciudad, merece que sean publicados. En Melilla la Vieja, han existido cañones de bronce de 16, rayados, y otros, de hierro colado, con los nombres: “Abenedizo” (sic), “Espuesto” (sic), “Agoreo”, “Pacífico”, “Negocioso”, “Aclarado”, “Eteocles”, “Vespasiano”, “Cartagena”, “Confederado”, “Odioso”, “Avanzador”, y “Colomera”. También los había con las fechas de su fabricación como: “Marqués de Leganés”, en 1.630; “Marqués de Castro Fuerte”, en 1.632; “Marqués de Lezcano”, en 1.646; “Conde de Salvatierra”, en 1.668; “Don Miguel Ruiz de Álava”, en 1.823; “Don Joaquín Ibarra”, en 1.825. El “Marqués de Leganés”, estuvo emplazado hasta 1.893 en el Torreón de las Cabras, y fue fabricado en Sevilla el 23.06.1.847, pesando 6.740 libras -unos 3.050 kilos-. El 12.04.1.994, tras el derrumbe de la Muralla, y Puerta de la Florentina, en el llamado Frente de Levante, cayó el cañón “Trubia” de calibre 24, y 5.000 kilos de peso. Provisionalmente fue reubicado en una cureña nueva, quedando instalado finalmente en el Torreón de San Juan. Debo decir que algunos de estos cañones fueron construidos en Málaga, sí señor, en Málaga, allá en los siglos XVI y XVII, cuando esta ciudad era la segunda en importancia en la fabricación de armamento de guerra, existiendo 50 hornos de fundición para ello; y también con varios molinos pertenecientes al Estado, para fabricar pólvora, ya que poseía los principales productos para la misma, como es el salitre, el carbón y el azufre. Imagínense todos estos cañones, con sus cureñas, o armones, emplazados en nuestras murallas y baluartes, y con una plaquita donde se pudiera leer el nombre, el peso, la potencia de fuego, y a ser posible, el lugar y la fecha de fabricación. Por ejemplo: en la Muralla Real que emplazaran, el “Negocioso”, y el “Vespasiano”; en el Baluarte de la Concepción, el “Abenedizo” (sic); en la Muralla de Trápana, el “Aclarado”, el “Cartagena”, y el “Confederado”. Uno a cada lado del Bonete (Faro), el “Odioso”, y el “Avanzador”; en el Torreón del Bonete Chico, el “Colomera”; en el Torreón de la Parada, el “Pacífico”; en el Torreón de la Florentina, el “Espuesto” (sic); en el Torreón de las Cabras, el “Agoreo”; en el Baluarte de San Pedro, el “Diego de Vara”; en el Torreón del Vigía de Tierra, el “Marqués de Leganés”; en el Baluarte de San Pedro, el “Marqués de Castro”. En la Plaza de Armas, junto al Foso y Puerta de Santiago, que se ubiquen los demás, siempre que se puedan contemplar y poder leer, como ya digo, sus nombres, fechas, y lugares de fabricación, y potencia de fuego. Como habrán podido comprobar, esto solo es la punta del iceberg de nuestra Historia, que parece estar oculta, por la desidia de los políticos, o porque el responsable no tiene idea del “asunto”. Yo creo que solo debemos indagar, buscar, e inquirir; porque si unos aficionados, como José Luís y un servidor, dando el coñazo, con limitados medios, podemos hacer todo esto, imagínense el que esté obligado a ello, y que trinca sus buenas catorce cosechas anuales, por llevarlo a cabo. Miren que si en los torreones y murallas de El Pueblo, se emplazaran esos cañones, con sus cureñas: sería algo cojonudo para nuestra Historia. Yo creo que sería una gran obra turística, y el que lo llevase a cabo, se apuntaría un gran triunfo, con su correspondiente “chapón en el pechamen”. Así que al que corresponda: ahí tiene usted una humilde idea, para una ruta turística. Úsela, si lo desea, como mejor crea conveniente, y además es gratis.

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