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Marruecos en la encrucijada

Cualquier dictadura suele reposar su legitimidad sobre tres elementos que, además, suelen retroalimentarse, a saber, la mentira, la represión y el adoctrinamiento. En Marruecos son perceptibles los tres elementos con claridad aunque en los últimos años, parece que están comenzando a tambalearse, no porque el régimen autocrático comandado por el Majzén quiera, sino por la propia evolución social y política en el propio país así como en su entorno. De este modo, la mentira se desactiva cada vez más rápido, la represión es cada vez menos tolerada y el adoctrinamiento, comienza a fallar en la medida en que las nuevas generaciones de marroquíes son menos proclives a dejarse adoctrinar, siendo otros sus intereses.

Los últimos días, marcados por los atentados de la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, han puesto sobre el tapete dos problemas a los que ha tenido que hacer frente Marruecos en el ámbito interno y externo a costa de dos hechos, uno interno, como es la celebración de la publicación del manifiesto de la independencia y por otro, las relaciones exteriores con un país como Francia.

Respecto al primer asunto, el Majzén ha vuelto a mentir a los ciudadanos al afirmar que el primer manifiesto de la independencia de Marruecos se presentó un 14 de enero de 1944. Lo cierto es que ese manifiesto se produjo y lo elaboró básicamente el Istiqlal. Pero no fue el primero. El primer manifiesto de la independencia se presentó un año antes, un 14 de febrero de 1943 en la zona de Protectorado español en Marruecos por parte de dos partidos políticos, el PRN, partido de la reforma nacional, de Abdeljalek Torres y el PUM, partido de la unidad marroquí, liderado por Mekki Naciri. Y es que en la zona de protectorado español se legalizaron los partidos políticos antes que en la zona francesa. Este hecho no ha querido ser asumido por el Majzén ni por los partidos políticos francófonos que, como el Istiqlal, hicieron de la arabidad su santo y seña aunque sus líderes estudiaban en colegios franceses y se educaban en universidades francesas. La lengua árabe era pues un elemento de cohesión social y la francesa de dominio neocolonial, que es lo que ha sido hasta ahora en Marruecos.

Ciertamente, tanto el Istiqlal, comandado aquellos años por un perturbado como Alal El Fassi y sus calenturientas ideas sobre el Gran Marruecos, hicieron mucho daño no sólo a los marroquíes, sino al Majzén mismo, que tuvo que asumir ciertos objetivos del partido hasta el punto de fundirse con él en algunos aspectos ideológicos. Pero el mayor problema fue sin duda el afrancesamiento de la monarquía alauita. Esto y la hispanofobia tradicional del Istiqlal, convirtieron en endémico el enfrentamiento con España y la cultura española, en particular la lengua, que prácticamente quedó desterrada de la zona norte de Marruecos.

Aunque la independencia la fraguaron marroquíes de un lado, la zona española, como de otra, la zona bajo control francés, es justo reconocer que el primer manifiesto de la independencia se redactó en la de protectorado español, en 1943. Lo primero que hicieron los dirigentes del PRN y el PUM fue, por cierto, enviarlo al Rey Mohamed V. Obviar este dato es pues uno de los componentes de la mentira oficial, esa cosa etérea que fundamenta a cualquier dictadura, como la marroquí en la actualidad. Hay más mentiras pero son harina de otro costal.

Una segunda cuestión que ha quedado patente estos días ha sido el dominio absoluto de la política exterior marroquí por el Rey dictador de Marruecos. Un ejemplo. Tras los asesinatos de Charlie Hebdo y a pesar de las malas relaciones con Francia en estos momentos, desde el palacio se cursaron órdenes inmediatas de no acudir a la manifestación de Paris. Para ello se utilizó la manipulación y la mentira al afirmar el ministro de asuntos exteriores marroquí que no acudiría a esa manifestación si se portaban en ella caricaturas del profeta. Es obvio que este elemento no podía ser controlado por las autoridades francesas, entre otras razones porque iría contra esa libertad de expresión que existe en Francia, pero no en Marruecos.

Preguntado el ministro de asuntos exteriores sobre esta cuestión, en la medida en que sí hubo representación de otros Estados islámicos, afirmó que Mohamed V es comendador de los creyentes y eso lo cambia todo. Lo que en realidad estaba afirmando el ministro es que Marruecos no tiene política exterior o si me apuran que ésta, es la política del Rey. Es el Rey dictador quien tiene política exterior pero no los marroquíes ni Marruecos, signo evidente de autocracia. Marruecos se debate en una encrucijada evidente, mantener la actual sumisión a los dictados de un dictador, o avanzar por el camino de la democracia de una vez por todas y el tiempo apremia, si no que se lo digan a los tunecinos.

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