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Dolor y tragedia

Las mafias son las que mueven los hilos de la inmigración ilegal hacia Europa y son las que no dudaron en poner en peligro ayer a una veintena de subsaharianos subiéndolos en una patera a pesar del temporal. Por eso es necesario que Europa abra de una vez por todas los ojos Melilla, ciudad solidaria aunque algunos se empeñen en mostrarla como todo lo contrario por el simple hecho de pedir más protección en sus fronteras, sufrió ayer por partida doble el dolor de la pérdida. Los sucesos no ocurrieron dentro de nuestros límites geográficos, pero eso no quita para que quienes aquí viven sientan de manera cercana la tragedia que supone la muerte accidental de inocentes. De un lado, la del cabo español Francisco Javier Soria el pasado miércoles en el sur del Líbano, por el que los melillenses, a través de sus representantes en la Asamblea, guardaron un minuto de silencio y se sumaron al luto oficial decretado arriando las banderas a media asta. Melilla, ciudad que no se entendería sin su arraigado carácter castrense desde hace décadas, siente de manera muy cercana cada muerte que se produce en la enorme familia militar que integra las Fuerzas Armadas Españolas. Máxime en un caso como éste último, en el que el soldado español, muy joven, estaba desplegado en una misión de paz de la ONU y deja trágicamente una viuda embarazada. Imposible no conmoverse ante un suceso de este calibre.

Como tampoco ante lo que ocurrió ayer en La Bocana, muy cerca de Melilla, donde una patera a la deriva naufragó cuando intentaba llegar precisamente a nuestra ciudad en mitad de un fuerte temporal. Al menos 6 inmigrantes han fallecido, aunque la cifra podría ir a más por la imposibilidad de localizar a otros 4, que están desaparecidos y no tuvieron la suerte de los 10 que sí fueron rescatados con vida. Sucesos como éste, desgarradores como los intentos de entrada masiva a través de la valla, dan cuenta de la desesperación de los inmigrantes por llegar a Europa prácticamente a cualquier precio, casi sin importarles perder la vida en el intento, como ayer les ocurrió a los 6 cuyos cuerpos inertes fueron sacados del mar por las autoridades marroquíes. Esta desesperación es también provocada por las mafias que siguen queriendo hacer negocio de un drama humano y que ahora, debido a la mayor vigilancia de nuestras fronteras, no consiguen con tanta facilidad y abundancia como hasta hace un tiempo. Estas mafias son las que mueven los hilos de la inmigración ilegal hacia Europa y son las que no dudaron en poner en peligro a una veintena de subsaharianos subiéndolos en una patera a pesar del temporal. Por eso es necesario que Europa abra de una vez por todas los ojos y se responsabiliza de lo que ocurre en su frontera sur en lugar de atacar la labor de quienes intentan evitar una tragedia en cada intento de entrada, algunos violentos y otros inconscientes, como el que desgraciadamente protagonizaron ayer quienes se subieron a la patera desafiando el fuerte viento y olas de cerca de 4 metros. Ayer Imbroda pedía en el debate del estado de la ciudad que se ordene la inmigración irregular si no queremos sufrir un grave problema en Melilla. Desgraciadamente, y pese a lo que estamos viendo, ninguno de los tres partidos de la oposición mostró su apoyo a esta solicitud de sentido común. Si la unidad no empieza aquí, Europa seguirá mirando a otro lado mientras continúan sufriendo y muriendo personas en su búsqueda de un mundo mejor.

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