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Carta del Editor

Asco

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“También es seguro que a Melilla le vendría muy bien, e incluso diría que le es absolutamente necesario, que aquí se aplicara lo que recomendaba Michael Bloomberg, exitoso empresario y gran alcalde de Nueva York desde 2002 a 2013. Decía Bloomberg que la política es una actividad noble y añadía que ‘es una pena que unos cuantos de la política y la administración sean egoístas, corruptos, perezosos, incompetentes y desvergonzados’”

Estoy en Madrid, de nuevo. ¡Qué tranquilidad, qué alegría, qué normalidad! Sobre todo comparada con el clima que se vive y las calamidades que se padecen en Melilla en estos tiempos próximos a las elecciones, protagonizadas por algunos políticos, como el tonto cum laude Julio Liarte, o el monopolista y riquísimo, a costa de la administración pública, Gustavo Cabanillas, metido no sólo a político sino también a editor (como aquél maestro que no sabía leer y formó escuela), políticos que no pueden ser más sucios e inútiles porque su propia inutilidad y maldad les impiden cualquier cambio.

Creo que las encuestas le dan uno o ningún escaño al PPL que preside el condenado, y mentiroso, Ignacio Velázquez. Asco da sólo imaginar que un político como Liarte pueda estar otros cuatro años cobrando por asesorarse a sí mismo, cuando no por recibir cursos particulares de inglés, siempre pagado por el erario público, por nuestros onerosos impuestos. Pobre Melilla, si eso, tener a Liarte de nuevo en la Asamblea de la ciudad, llegara a ocurrir. Pena me da mi ciudad.

En estos días de tranquilidad y normalidad me ha vuelto a la memoria lo que Margaret Thatcher dijo el 4 de mayo de 1979, en el acto de su jura como primer ministro del Reino Unido, parafraseando una oración que atribuyó a San Francisco de Asís: Donde haya discordia, llevemos la armonía/ donde haya error, llevemos la verdad/ donde haya dudas, llevemos la fe/ y donde haya desesperación, llevemos la alegría. No es seguro que San Francisco, que nació en el siglo XII, sea el autor de la oración, que también recitaba, diariamente, la Madre Teresa, quien fuera premio Nobel de La Paz en 1979. Pero sí es seguro que es una gran oración y que a Melilla le vendría muy bien que se aplicara más lo que, quizás, San Francisco escribió y Margaret Thatcher popularizó.

También es seguro que a Melilla le vendría muy bien, e incluso diría que le es absolutamente necesario, que aquí se aplicara lo que recomendaba Michael Bloomberg, exitoso empresario y gran alcalde de Nueva York desde 2002 a 2013. Decía Bloomberg que la política es una actividad noble y añadía que "es una pena que unos cuantos de la política y la administración sean egoístas, corruptos, perezosos, incompetentes y desvergonzados", e insistía, en su autobiografía, que los políticos, después de las elecciones tienen que cumplir lo que prometieron durante la campaña, como se tiene que cumplir lo que se firma en un contrato. Pero eso no es lo habitual. Lo habitual es prometer y no cumplir, sin que los ciudadanos tengan medios y métodos suficientes para hacer pagar a los incumplidores, como ocurriría en el caso de un deudor que no paga su deuda.

Tampoco tenemos, los ciudadanos, demasiados medios para luchar contra los abusos de la administración pública, que en Melilla, una ciudad pequeña con muchísimos empleados públicos, son frecuentes. Lo protagonizado por la UCO que manda el capitán Sergio Rodríguez es un ejemplo, doloroso y dañino para muchos ciudadanos inocentes, de esos abusos intolerables. Pero hay muchos más, de todo tipo, por acción o por omisión. El último del que he tenido conocimiento, el viernes, es el de un subinspector de Trabajo que no sólo se empecina en que una persona que es y quiere ser autónomo ha de dejar de serlo y pasar a empleado, sino que, ante la insistencia del afectado en continuar siendo autónomo, le da, por su cuenta y tras despreciar su intención, de baja en el registro de autónomo y de alta en el régimen de la seguridad social. Por supuesto que se trata de una persona que colabora con el Campo de Golf y eso, según parece, justifica cualquier desmán, cualquier agresión individual o colectiva.

Lo que está pasando es repugnante. No es que asuste, es que repugna tener que soportar tanta injusticia, tanto abuso de aquellos a los que pagamos para que nos protejan, a tanto político prepotente como Gustavo Cabanillas, con medios de comunicación ilegales financiados por esos casi diez millones de euros anuales que la administración regala a su empresa, en teoría para que no pierda dinero, en la realidad para financiar proyectos políticos reaccionarios como el PPL -que todavía no ha proporcionado ni un sólo dato de cómo se financió desde su nacimiento, ni de cómo lo está haciendo ahora- un partido del que no se conoce, en estos cuatro años, ni un sólo proyecto constructivo, nada que no sea odio, envidia e intentos de destrucción.

No oculto, y me parece que eso resulta evidente en mis escritos, que no me gusta cómo funciona, en general, la administración pública en nuestra ciudad, incluyendo en ese concepto de administración pública todo aquél o aquello que cobra del dinero público y vive de ello, gobernantes y partidos políticos incluidos. Estoy convencido de que es imprescindible cambiar muchas, muchas cosas. Y también lo estoy de que no es con políticos como Cabanillas, Velázquez o el tonto cum laude como se puede lograr el cambio profundo que Melilla precisa, que no es saltándose a la torera la voluntad popular expresada en las urnas, como los tres antes citados preconizan, precisamente.

Posdata. La FIFA ha galardonado a la Clínica madrileña Cemtro como Centro Médico de Excelencia. Si todo lo que hacen es como lo que me hizo en la rodilla el doctor Manuel Leyes, merecen totalmente tan extraordinaria distinción.

Otra. Agradezco a Antonio Martínez la defensa que hace del derecho que tienen todos los melillenses, como el resto de los españoles, a jugar al golf en su ciudad, si les apetece. Es elogiable que elogie todo lo mucho que se ha hecho para mejorar el campo y lograr algo que ahora se está rompiendo, que muchas personas que no hacían deporte habitualmente, lo hicieran jugando al golf. Entre tanto miserable calumniador, y algún presunto ladrón, que han caído contra el golf, produciendo un asco infinito, actitudes de un jugador como Antonio son doblemente elogiables.

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