Ya se empiezan a ver los resultados en forma de inversiones y medidas sociales y de empleo que están beneficiando a miles de melillenses que viven en los barrios periféricos y que merecían que por fin se les tuviera en cuenta para algo más que para pedir el voto. Por lo tanto, las críticas que se hagan al respecto deberían estar razonadas o, como mínimo, ser reales Uno de los grandes objetivos en los que se ha empezado a trabajar en esta legislatura es la de conseguir poner en pie de igualdad a los barrios periféricos respecto al resto de la ciudad. No es un reto fácil si se tiene en cuenta que han sido muchos los años en los que Melilla ha vivido prácticamente de espaldas a los distritos IV y V, fomentando un desequilibrio muy palpable en todos los ámbitos que no se puede corregir de la noche a la mañana por mucha voluntad que se ponga.
El Ejecutivo de Juan José Imbroda dejó muy a las claras este objetivo creando una consejería específica para que atendiera las necesidades de barrios como la Cañada de Hidum, Reina Regente, Monte María Cristina o Cabrerizas, que han sufrido el olvido de la gestión municipal hasta el punto de dejar que la ilegalidad campara a sus anchas en casos tan evidentes como la proliferación de viviendas al margen de la ordenación urbanística.
Esta consejería, que dirige Javier González, se ha encargado en este tiempo de hacer una "radiografía" de las necesidades y establecer unas prioridades coordinando al resto de departamentos de la Ciudad Autónoma. Este trabajo de campo requiere un tiempo y era necesario para trabajar de forma seria en vez de hacerlo a golpe de impulsos. Por eso las críticas reiteradas de la oposición por una hipotética falta de actuación son injustas, dado que el olvido hacia la periferia arranca desde hace décadas, en las que Melilla ha tenido gobiernos de todos los colores políticos, incluidos los de aquellos que no están conformes con nada.
Un ejemplo de ello es la Cañada, posiblemente el paradigma del eterno olvido al que ha estado condenada la periferia. Este barrio va a ver renovada toda su red de abastecimiento al mismo tiempo que se empezarán a regularizar sus viviendas, se dota de acerado a la calle Vía Láctea que la rodea y se construyen pistas deportivas y un centro de mayores. En Cabrerizas y Batería Jota hace unos años que ya se instalaron nuevas tuberías y se renovó todo el pavimento, y dentro de poco tendrá una nueva conexión a través de la carretera del Polvorín.
Los barrios periféricos necesitan actuaciones urgentes, pero también sólidas para que la recuperación sea de verdad. Pero en cualquier caso, ya se empiezan a ver los resultados en forma de inversiones y medidas sociales y de empleo que están beneficiando a miles de melillenses que viven en ellos y que merecían que por fin se les tuviera en cuenta para algo más que para pedir el voto. Por lo tanto, las críticas que se hagan al respecto deberían estar razonadas o, como mínimo, ser reales, ya que esta parte de Melilla merece que se siga por esa senda en vez de ser un juguete electoral cada cuatro años.
