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Carta del Editor

Sobre el contrato marítimo y el caos administrativo

melillahoy.cibeles.net fotos 1161 naufragio de la administracion

“El gobierno de la CAM no tiene razón alguna para quejarse del resultado del concurso marítimo, sino para insistir en que "tenemos el mejor contrato marítimo posible para los próximos dos años", siempre que, y esto me parece de suma importancia, se modifiquen los horarios propuestos, incomprensiblemente, en el pliego, especialmente lo de la absurda salida de Melilla a Málaga a las 8 de la mañana, cuando la inmensa mayoría de los melillenses han manifestado una y otra vez que prefieren el viaje nocturno actual”

"Contrato marítimo: una mala gestión con un buen resultado final". Así se titula un artículo de un colaborador de este periódico, que desea permanecer en el anonimato, y que publicamos hoy en páginas interiores.

Que la gestión del Contrato Marítimo de Melilla con Málaga y Almería ha sido "manifiestamente mejorable", como lo califica nuestro comunicante, es algo manifiestamente benévolo. Si lo hubiera calificado como un desastre sin paliativos quizás nos encontraríamos más cerca de la verdad, como lo demuestran, con poco género de duda, los dos intentos fallidos, porque no se presentó empresa alguna al Concurso, que precedieron a la adjudicación final y reciente, tras un larguísimo plazo de tiempo que dio paso a todo tipo de incertidumbres y críticas, más o menos fundadas, de todos los partidos políticos de la oposición y, lo que es más importante, de muchos melillenses justamente preocupados y a los que resultaba imposible comprender lo que estaba pasando.

Pero en fin, después de tan largo y extraño proceso – un caso más y muy típico de esta pesada, lenta, cara, interminable burocracia española que padecemos, agravada cada vez más con las interferencias de las burocracias (o burrocracias, como prefieran) de la Comunidad Europea y de las diferentes Comunidades Autónomas y Ciudades asimismo Autónomas- el caso es que la empresa adjudicataria resultó la que el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Melilla, según se sabía antes y el mismo Gobierno manifestó después, no quería: esa Trasmediterránea que tiene la exclusiva del transporte marítimo de Melilla con Málaga y Almería desde hace casi cien años. Una función que la compañía ha ejercido con gloria unas veces, más bien en los tiempos recientes, y con pena (para los melillenses) en otras muchas ocasiones, especialmente cuando Trasmediterránea era una empresa pública que trataba a los melillenses como era de esperar y como es habitual en casi todas las entidades públicas con casi todos los ciudadanos y especialmente cuando se trata de una gestión de servicios, o sea, muy mal.

Tiene razón nuestro anónimo comunicante cuando resalta que los buques ofertados en esta tercera, y parece que última, ocasión, los Fortuny, Sorolla y Milenium Dos, son de los mejores de su categoría y, sin duda, los mejores de la flota de Trasmediterránea. Equivalentes, según apreciación del autor del escrito, apreciación que comparto, con los ofertados por las otras dos compañías naviera que acudieron al último concurso, Armas y Balearia, pero con la ventaja para Trasmediterránea de que dos de sus barcos, el Sorolla y el Fortuny, tienen muchas más plazas en camarotes, algo muy importante para los melillenses y muy probablemente lo que ha hecho que los técnicos de la Dirección General de la Marina Mercante se decidieran -muy probablemente en contra de los deseos nunca manifestados pero sí bastante evidentes, del Viceconsejero de Turismo de Melilla- por apoyar la oferta de la ya consuetudinaria "Trasme".
"El pliego -sobre el que se basó la adjudicación- ha sido redactado enteramente al dictado de las exigencias del gobierno local y la Dirección General de la Marina Mercante se ha limitado, con acierto, a seleccionar la mejor oferta", dice el autor de la carta que comento. El gobierno de la CAM no tiene, por lo tanto, razón alguna para quejarse del resultado del concurso marítimo, sino para insistir en que "tenemos el mejor contrato marítimo posible para los próximos dos años", siempre que, y esto me parece de suma importancia, se modifiquen los horarios propuestos, incomprensiblemente, en el pliego, especialmente lo de la absurda salida de Melilla a Málaga a las 8 de la mañana, cuando la inmensa mayoría de los melillenses, que son la inmensa mayoría de los usuarios del servicio marítimo, han manifestado una y otra vez que prefieren el viaje nocturno actual. Repito, es incomprensible el empecinamiento del gobierno de la CAM -que es cada vez más un desgobierno, lamentablemente y dicho sea de paso- en mantener unos horarios que nadie quiere y lo es aún más (incomprensible) si se tiene en cuenta que este desaire innecesario a la voluntad popular se produce a menos de dos meses de una elecciones en las que el actual gobierno se juega su ser o no ser político.

Comprendo el cansancio e incluso la repugnancia que comportamientos como los del político, rematadamente tonto cum laude, Julio Liarte, o investigaciones tan increíblemente manipuladas como las lideradas por el capitán de la Policía Judicial de la Guardia Civil Sergio Rodríguez, hayan causado a los líderes del PP local que comandan el gobierno local. Pero no me cabe en la cabeza cómo se puede soportar una rebelión de la clase funcionarial, de la administración pública en general, con honrosas excepciones, como la que Melilla está padeciendo. La acción injusta, incontrolada, oprobiosa de unas investigaciones delirantes resultado de unas acusaciones sin fundamento las podemos padecer todos, y algunos ya lo estamos padeciendo. Todos podemos ser víctimas de la injusticia, de la maledicencia, de las investigaciones sin fundamento, de las denuncias falsas, de los malos tratos humillantes (como las reseñas ilegales). Todos debemos confiar en la acción de la Justicia, con mayúsculas, esperando que sea rápida. Pero todos deberíamos, también, seguir trabajando y actuando con normalidad, sobre todo aquellos que cobran de los fondos públicos. No vale el miedo como excusa para no hacer, mientras se sigue cobrando por ese no hacer. Y es menos justificable aún que se intente culpar a los demás de lo que son fallos propios o que se evite que se pague a los proveedores mientras los asentados en la administración pública, que todos costeamos, siguen cobrando puntualmente. No vale paralizar una ciudad porque "tengo miedo y yo no firmo o firmo lo que no debería de firmar".

Por lo tanto, comprendo el sufrimiento humano de algunos de los que están liderando políticamente Melilla, pero no entiendo cómo pueden soportar esta situación de rebelión administrativa paralizante, Y empiezo a entender cada vez menos cómo van a poder remediarla en el futuro próximo, después de las elecciones del 24 de mayo, si ganan.

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