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El coronel Morales Amaya pide procesionar al Cristo Humillado por Melilla “porque lo necesitamos”

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Manuel Enrique Morales Amaya, coronel de Intendencia, fue el encargado de conducir este año el acto de desagravio al Cristo Humillado en la noche del Martes Santo melillense, que animó a los costaleros y hombres de trono a procesionar al Ecce Homo por las calles de Melilla porque "le necesitamos y queremos que no nos abandone nunca", al tiempo que coronó su discurso parafraseando a Santa Teresa, haciendo propia su oración: "Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta". Tras su alocución, se inició la salida procesional de Nuestro Padre Jesús Humillado, que abandonó un año más el interior de la parroquia Castrense con el abrigo de decena de melillenses. A las puertas de la Iglesia Castrense, sus alrededores y la plaza de Yamín Benarroch, se agolparon decenas de melillenses de todas las edades para presenciar la siempre sobrecogedora imagen del trono del "Humillado" abandonando el templo portado por 48 hombres y mujeres bajo los sones del himno nacional. La altura de la talla obliga a los costaleros casi a hincar la rodilla en tierra para sacar el trono, casi a ras del suelo, por el arco del templo sin que sufra ningún daño. Son momentos duros, difíciles, tensos, en los que los costaleros ponen al límite sus fuerzas para llevar a buen término la empresa.

Desagravio
Ya en la calle, la imagen de Cristo abatido, ensangrentado y coronado con espinas, se descubre ante curiosos, devotos y penitentes, que un año más vivieron uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa local: el acto de desagravio. En esta ocasión Manuel Enrique Morales Amaya, coronel de Intendencia, fue el encargado de conducirlo. El pregonero recordó la descripción que San Marcos en su Evangelio hace sobre la humillación de Cristo a manos de la gleba romana, incluyendo la colocación de la corona de espinas y el manto, para continuar con las burlas, insultos y golpes que recibió antes de ser conducido hasta su asesinato, y todo ello con el silencio más absoluto de la santa víctima. Se cumplió así lo que dijo Isaías: "Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió El su boca".
"Padre Humillado, nos duele tanto verte así, vencido, ultrajado y golpeado por nuestras culpas. Los hombres te hemos tratado así pero de tu boca no salió reproche alguno. Ese silencio se interpretó por tus enemigos como aceptación de la humillación, como una victoria sobre ti, pero ese silencio es la aceptación del cáliz, de la muerte para redimirnos. Lo aceptaste para que se perdonaran nuestros pecados. Pagaste con tu sangre nuestra salvación", manifestó Manuel Enrique Morales.

Pero el pregonero quiso dejarle de manifiesto al doliente Humillado que "esta noche no estás solo, compartimos tu dolor y sufrimiento y queremos aliviarte de la pena por tanta incomprensión y cobardía. Hoy queremos manifestar nuestra repulsa y pedir perdón por tan injusto dolor y ser ungüento de tus heridas". Afirmó que "no podemos caminar solos, necesitamos tu ayuda para todo lo que nos propongamos, y te decimos que ante la intolerancia seremos humildes, ante la injusticia seremos justos y que nuestra actitud será la de entrega a los demás, dejando aparcada la apatía". El coronel de Intendencia finalizó haciendo suyas las palabras de Santa Teresa, que afirmó que "Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta". Finalmente, pidió a costaleros y portadores, "levantarlo, pasearlo y mecerlo por estas calles de Melilla, porque le necesitamos y queremos que no nos abandone nunca".

Tras sus palabras el hermano mayor de la Cofradía del Humillado le hizo entrega de un diploma que le acredita como pregonero del acto de desagravio, al tiempo que le regaló una reproducción en cristal del Cristo Humillado.

Procesión
Pasadas las nueve de la noche dio comienzo la procesión. Los penitentes, vestidos con capa, cinto y manguitos de color rojo y túnica negra, flanquearon el trono de Nuestro Padre Jesús Humillado, una elaborada y bella talla confeccionada por los imagineros malagueños José María Jiménez Guerrero y Diego Fernández Rodríguez, que procesionó por primera vez en 1999 y que forma parte de la Cofradía más joven de Melilla que en 2014 cumplió su cuarto de siglo.

El Humillado habla de un hombre-Dios vejado por la gleba romana, coronado con una lacerante trenza de espinas de la que brotan regueros de sangre que enturbian el santo rostro. La belleza de la talla, con el rostro de un cristo doliente coronado por las potencias de su divinidad, motivó sin duda al ambiente de seriedad y respeto que primó en todo el recorrido del Martes Santo melillense. Un martes sin viento y primaveral que animó a los creyentes a echarse a la calle y arropar su Semana Santa.

Las calles sirvieron de cortejo al cadencioso vaivén del trono en su lento avance, acompañado con el ritmo de un tambor destemplado y la Banda de Música Ciudad de Melilla que para la ocasión interpretó marchas tan hermosas como "Cristo de la Presentación" del maestro Abel Moreno.

Delante, la Cruz de Guía desnuda, los nazarenos y las mujeres ataviadas con mantilla y peineta como marca el protocolo para el luto real, y la banda de cornetas y tambores de la cofradía. Detrás, los Hermanos Mayores Honorarios, entre ellos el comandante general, el presidente Imbroda en representación de los melillenses y la Casa de Ceuta.

Isabel Navarrete y Kiko sembraron la noche de música, con sus saetas.

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Jesús Andújar

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