Hay que lanzar los tres estentóreos ¡hurras!, por La Legión, y si queremos ser más castizos los tres ¡Vivas!, así es que ¡Viva, La Legión!, que ¡Viva, La Legión!, y que ¡Viva, La Legión!, por siempre. Hoy día 20 de Mayo de 2015, he vivido, siendo testigo en primera persona, del comportamiento tan esplendoroso que esta Unidad tiene actualmente,…
…y presuntamente desde siempre con los miembros de su gran familia, se encuentre este en la situación que haya sido, pues el solo hecho de haber pertenecido a la misma, en las circunstancias que sea, es acogido con un cariño, un apego, que en los momentos más difíciles para la familia, como es el de la muerte de uno de sus miembros, lo cobijan ondeándolo con sus ritos castrenses de más profundo significado, observando como al sentir de los mismos se desprendían de los ojos de las diferentes personas asistentes al duelo, lágrimas de admiración y gratitud por tal comportamiento, de la nutrida representación (desde el Coronel, los Tcols., Comtes.,Cap., Ttes., S/Mayor., S/Ttes., Brigadas, Stos 1ºs., Sgtos.,Cabo 1º/Mayor, Cabos, y Legionarios, todos ellos con el sobrenombre reconocido y merecido de Caballeros, y todos uniformados). El ataúd del finado llevado a hombros por los Suboficiales, los Jefes y Oficiales detrás en su asistencia y una Sección cubriendo el paso del duelo, quedando formada para despedir el féretro, cantando “El novio de la muerte”, finalizando con el toque de oración que un cornetín tocó en la expansión de su contenido, los vellos de los presentes, erizados, más que por la brisa, por la emoción, en un sentido silencio sepulcral, que nadie quería romper, ante tal abstracción.
