El mundo anda mal. Eso dicen los cojos. Pero el mundo anda mal porque está serio. Tiene una rara tristeza que no proviene del sentimiento y sí de la sin razón. El mundo se está haciendo viejo o simplemente ha preferido tomar el rumbo de los embusteros.
De aquellos que dicen siempre que todo está perdido, porque en realidad siempre hablan de ellos mismos. El mundo tiene una presencia extraña en la actualidad. Una serie de gente distinta ha hecho su presencia en él.
¿Extraterrestres? Gentes amargadas con caras incomprensibles que miran a todo con temor y odio, y dan a sus palabras y gestos una importancia absoluta como si fueran portadores de la única verdad y razón de ser. Y estos seres han sembrado la cizaña de la competitividad ilógica en la tierra saludable de la alegría humana. Y uno se pregunta: ¿Donde está toda aquella gente que decía tan campante: Esto no tiene importancia?
Aquella gente animosa con caras de llamas encendidas que miraban los defectos, los errores y los malos ratos, con una serenidad superior y una sonrisa francamente ejemplar?… ¿Es que la máquina ha concluido con la sonrisa del hombre?
El mundo no sabe que cuando pierda al hombre pierde lo mejor que tiene. Y el hombre se empieza a perder cuando se pierde su sonrisa. La simpatía es el seguro de vida que puede tener la sociedad contra toda clase de riesgos. Contar un chiste es dar una solución rápida a muchas enfermedades, caldo de cultivo para recreo y compostura de la seriedad ilustrada. Propongo se creen centros donde se enseñe a la gente a contar chistes y desempolvar el humor perdido. Lo propongo y urgentemente.
Porque el mundo está en manos de técnicos aburridos que no saben otra cosa que hallar el mañana a costa del hoy. En manos de políticos fríos que solo ofrecen palabras a los demás y mejor calidad de vida desde el otero del dinero. El mundo está en manos de artistas entorpecidos por la vanidad, que buscan en sitios donde no existe ni el paisaje ni la oración ni la mirada. El mundo está solo, a la deriva, con un puñado de inocentes que no saben dónde van. Gentes venidas de no se sabe dónde, hablan de otras vidas sin preocuparse en decir: que es esta la que tenemos.
Propongo la creación de un centro donde se enseñe a la gente a reír, Porque reír es el sello del ser humano, su auténtica definición, es como la única contestación llena de poder que puede dar, hacia esa serie de preguntas inevitables que acuden todos los días a la pobre razón humana. Reír es cantar continuamente a lo creado. Es saberse partícipe de todo y no abusar de ese poder para salir al paso de lo competitivo, lo absurdo y lo temporal. Es ser, entre los que no son, intentando no hacer daño.
Reír es el único idioma que entienden los animales como idioma superior a ellos, porque es la voz del alma y no de la razón. Reír es el remedio para que la gente se sienta de nuevo con capacidad de mirarse a la cara. No de observarse, sino mirarse.
La mirada es limpia y noble no pide otra cosa que espacios para reposar en ellos y sentirse mirada. La observación tiene carácter de expediente y sombras. La gente de hoy se observa, porque ha perdido la serenidad de mirarse. Congestionada por la seriedad, el mutismo y los problemas, el hombre se deshace entre el poder del dinero y el poder de una técnica que diluye la razón, en la misma esencia de la nada. Por eso amigos, antes de multiplicar, aprendamos qué es lo que hay que multiplicar.
Si son celos, rencillas y temores, odios y falsedades debemos romper la tabla ahora mismo, y dejar que nuestra esencia nos guíe serenamente, y la sonrisa aflorará en nuestros labios como indicio de una eterna primavera. Reguemos los sentidos prefabricados con la lluvia serena de nuestra alegría inédita, y hagamos que el hombre, sea el que ordena el giro, la pirueta, el equilibrio y la emoción para que él mismo lo descubra todo y lo disfrute todo. Y la Creación llegará de nuevo a nosotros.
Buenos dias y Buena suerte
