Eran las nueve horas cuando los colegios electorales abrían sus puertas a los 57.690 ciudadanos que a lo largo de la jornada tenían la opción de ejercitar su derecho al voto. Una mañana que a diferencia de los comicios celebrados en los últimos años, amaneció lluviosa aunque no con las fuertes lluvias y las tormentas que anunciaba la Agencia Estatal de Meteorología. Pero si, una lluvia que dejó paso al filo del mediodía a unos rayos de sol que se ocultaron al rato para de nuevo dar paso a una tarde grisácea y salpicada de agua. La consecuencia de la convulsa situación climatológica ha sido visible en lugares tradicionalmente frecuentados durante la jornada cumbre de la democracia.
Lo habitual en los soleados días en que se han desarrollado las votaciones de los últimos años era que tras depositar las papeletas en las correspondientes urnas, un porcentaje aunque más bien reducido de electores dirigieran sus pasos a los pinares de Rostrogordo para compartir el resto del día en compañía de familiares o amigos. Más numeroso solía ser el grupo que optaba por la dársena costera donde se ubican las playas melillenses y disfrutar del mar y el sol que ayer no hizo acto de presencia y otro porcentaje elevado optaba por refrescarse por dentro con unas cañitas en los numerosos establecimientos de la hostelería melillense.
Pues bien, ayer las playas pinares e incluso la frontera ofrecían el desolado aspecto que ofrecemos en las fotografías. Tan solo, se repitió la imagen de determinados locales rebosantes de clientes.
