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Voluntarios sociales

Universidad comprometida

La universidad da ejemplos de sobriedad compartida para acabar con la pobreza, la marginación y las desigualdades injustas.

Hace más de 25 años, un grupo de estudiantes preguntaron si podríamos hablar de la pobreza, derechos humanos, injusticias, migraciones a las que me refería en clase.

Así surgió el Seminario Solidaridad, donde miles de estudiantes se han planteado las causas de la injusticia y la posibilidad de afrontarlas con acciones concretas. La historia de Solidarios para el Desarrollo está ligada a la formación y al servicio.

Uno de los primeros programas fue en la cárcel de Segovia, donde uno de los alumnos tenía que cumplir su condena. Cada semana, un grupo de voluntarios entra en la cárcel junto a un invitado: profesores universitarios, escritores, periodistas o deportistas y comparten experiencias.

En unos años donde era tabú, nuestros voluntarios acompañaron a enfermos de Sida en hospitales de España, Latinoamérica y África. Durante los veranos, voluntarios viajaban allá para sensibilizar a estudiantes, trabajar con los más desfavorecidos y crear grupos que pudiesen servir a sus comunidades.

Desde 1995, desarrollamos dos programas para personas mayores: Atención a Domicilio y Vivienda Compartida. Con el primero acompañamos una tarde a la semana a una persona mayor que vive sola. El programa de “Convive con Mayores” surgió por ancianos que no quieren dejar sus casas pero no quieren vivir solos. Solidarios pone en contacto a esas personas con jóvenes.

El Programa para Personas sin Hogar comenzó por una persona que pasaba las noches en el portal de una de nuestras compañeras, que le llevaba un café para que entrase en calor. Hoy centenares de voluntarios recorren las calles de Madrid, Sevilla, Granada, Jaén, Murcia y Barcelona en busca de las personas que duermen en la calle para charlar con ellos y ofrecerles información. La Atención a Estudiantes Discapacitados (PAED) surge de un encuentro con una estudiante en silla de ruedas que esperaba a que alguien la ayudase a subir las escaleras. Hemos ayudado a centenares de estudiantes discapacitados para superar los obstáculos en la Universidad.

El Puente Solidario nace en 1998. Enviamos más de 62 toneladas de medicamentos a maternidades, clínicas y pequeños hospitales de Latinoamérica y África hasta que en 2003 la OMS aconsejó enviar medicamentos genéricos. Durante mi año sabático en África creamos 20 Centros de Medicina Preventiva, como recoge “Encenderé un fuego para ti. Viaje al corazón de los pueblos de África” (Anthropos). La idea era que las Universidades, a través de sus jóvenes licenciados, dieran un servicio a la comunidad. Equipamos los centros con material de laboratorio y ordenadores, montamos consultas y equipamos farmacias. Miles de alumnos universitarios reciben desde entonces un tratamiento médico.

El Libro Solidario surge en los ‘90 cuando encontramos Escuelas de Magisterio sin bibliotecas. Por medio de campañas con profesores y amigos, se han procesado más de dos millones de libros y enviado unos 800.000 títulos esenciales de la literatura universal. Junto al voluntariado social, cuidamos la sensibilización social con debates, charlas, conferencias, exposiciones, encuentros y otras actividades. El Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) ha formado a más de 300 periodistas y cada semana envía 12 artículos a 2.500 profesionales de Latinoamérica, Estados Unidos, Canadá. El anhelo de Solidarios es la sobriedad compartida para acabar con la pobreza, la marginación y las desigualdades injustas.

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