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El foco de Roldán

‘El Telegrama de Melilla’ se cerró en 1984

melillahoy.cibeles.net fotos 1222 Paco Roldan

Leía el pasado miércoles que el periódico ‘El Telegrama de Melilla’ cerraba sus puertas tres días después, el sábado, día 30, responsabilizando de ello a la Ciudad Autónoma por las deudas acumuladas con la empresa del periódico y no abonadas…

De ser cierto lo dicho, lamentable, muy lamentable por las personas que vayan a quedarse sin trabajo.

Decía la información que “la lucha por mantener nuestros puestos de trabajo y por mantener viva una cabecera como ‘El Telegrama’, que está presente en Melilla desde el año 1.902…”. En esto no puedo estar de acuerdo.
‘El Telegrama’ (después "Telegrama de Melilla") que fundara en 1.902 D. Cándido Lobera Girela, cerró sus puertas por decisión del Gobierno de Felipe Gónzález el 10 de Mayo de 1.984, siendo entonces un diario propiedad de Medios de Comunicación del Estado. Ocurrió que después del cierre un grupo de melillenses, entre los que figuraba Ayu Lalchandani (q.e.p.d.), hizo gestiones con el Ministerio de Cultura y, por esas cosas que se hacen en España, ‘arreglos’, ‘recomendaciones’, ‘favores’, etc., etc., les autorizó a la apertura de un diario que se denominaría ‘El Telegrama’, pero sin ninguna ramificación con el que, por disposición de aquel Gobierno socialista, dejó de publicarse en mayo del 84.

Y de esta historia tiene un conocimiento pleno el que fue linotipista del periódico, Miguel Ángel Roldán Guijarro. Un periódico en el que yo presté mis servicios, primero como auxiliar de Redacción y, después, durante bastantes años como redactor.

Más adelante sucedió, añadiré para terminar, que los ‘propietarios’ del diario se cansaron del ‘trabajo’ que les producía, que no le vieran color a la cosa y optaron por venderlo al Sr. Tortosa cuyos herederos deciden ahora el cierre porque la Ciudad Autónoma, según ellos, no les abona lo que les debe.

Si así ocurriera, créanme que lo sentiría de todo corazón por esas personas que se quedarían sin un puesto de trabajo y, también porque quienes han estado trabajando en un medio informativo durante varios años saben la pena y tristeza que se produce. A mí me ocurrió igual que a otros compañeros y cada vez que paso por el edificio en que estuvo aquel ‘Telegrama de Melilla’, no lo puedo remediar, me emociono…

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