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Vivaqueo en Sidi Dris

melillahoy.cibeles.net fotos 1284 JosA  Luis Navazo

Melilla, 10.30 de la mañana del domingo 26 de julio: el reloj-termómetro de la Farmacia del Centro anuncia 27ºC. Y subiendo. Mejor sin duda partir a Tetuán con la fresca, ya anochecido. Dicho y hecho.

La sorpresa fue encontrarme camino de la frontera de Beni Enzar con una larga cola de vehículos, la mayoría formada por agobiados MRE (acrónimo de “Marroquíes Residentes en el Extranjero”), que llegaba hasta la zona industrial superando las instalaciones del Club de la Petanca. Paciencia. La verdad es que “chuite chuite” (poco a poco), la circulación iba fluyendo ordenadamente y tras hora y media larga con los sellos de entrada preceptivos, superamos la frontera y enfilábamos el Atalayón, bordeando la Mar Chica camino de la populosa Nador.

La verdad es que hasta la desembocadura del Kert conduje despejado, con la Luna rutilando a mi izquierda y un fresco viento en el rostro, con la idea de llegar hasta mi querida Alhucemas y descansar un poco. Pero la fatiga acumulada (la noche en vela del viernes fue decisiva) se impuso, total que cruzado el emblemático Amekran (Amerkan o Amekrane), que arroyo arriba se encauza y divide hacia Abarrán, decidí parar un buen rato pues con sueño y al volante la prudencia se impone. Total que metí el veterano “Patrol” por una pequeña trocha y, dejando a la familia dormitando en el vehículo, tendí una manta en el suelo (linterna y termo de té al lado y machete a mano) a fin de reposar cara a las estrellas. Apenas se oían los coches por la cercana carretera y justo frente a mí (estaba en la orilla derecha del Amekran) destacaba la escarpada silueta, aplanada en su cima, de la vieja posición militar de Sidi Dris.

Sidi Dris sufrió, antes y durante el Desastre de Annual (22 de julio de 1921), dos importantes sitios, letal el último. Asaltada furiosamente por primera vez y durante 26 horas seguidas la madrugada del 2 de julio, tras la caída de Abarrán, por las envalentonadas harkas urriagueles y tensemaníes dirigidas por Abd el-Krim, sus 145 reducidos efectivos resistieron tenazmente dirigidos por el comandante Benítez (el posterior laureado de Igueriben), eficazmente auxiliados por una sección de 15 resueltos marineros con dos ametralladoras del cañonero “Laya”, que alcanzaron la posición a la carrera al mando del alférez de navío Pérez de Guzmán. El 21 las harkas vuelven a la carga, encontrándose ésta vez con una guarnición de 274 hombres reforzada por 25 supervivientes de la posición de Talilit, al mando del comandante Velázquez. Agotada el agua el 22 y con las municiones al mínimo, se resiste desesperadamente. Previamente el 24 de julio, el capitán del “Princesa de Asturias” envía un emotivo radiograma a Berenguer urgiendo el envío de refuerzos a las asediadas posiciones de Sidi Dris y Afrau, pidiendo literalmente “que no les dejen morir”. Por su parte el comandante de Sidi Dris envía al “Princesa” un apremiante mensaje: “Estamos perdidos. Que le digan al Alto Comisario que mande fuerzas pronto. Y que a ver si quieren salir en seguida de la plaza, que estamos muriendo, no podemos más ya”. Finalmente el 25 el general Berenguer (a juicio de este escribano del limes el máximo responsable militar del “Desastre”, el fallecido Silvestre fue la oportuna cabeza de turco) autoriza la evacuación, apoyada por tres buques de guerra. Pero parte de la sufrida guarnición pierde los nervios: 2/3 de la misma, sobre 200 hombres, saltan inopinadamente los parapetos hacia las 10 de la mañana y corren desordenadamente hacia la playa, tiroteados a mansalva y a placer desde los flancos por las harkas enemigas. Desde el “Laya” y consciente de la apurada situación desembarca con 30 marineros en dos botes, uno a motor y otro a remos, el alférez de navío Lazaga, quien tras perder a la mitad de sus tripulantes y recoger solo a un puñado de 30 supervivientes, morirá en Melilla el 30 de julio tras los 5 balazos recibidos. Los 100 hombres restantes de Velázquez siguen resistiendo heroicamente hasta la extenuación y, tras pactar su rendición por la tarde y entregar sus armas son como es habitual, una vez indefensos como corderos del Aïd Kebir (Pascua Grande), pasados a cuchillo y degollados. Salvando el tiempo y la geografía… ¿les “suena” recientemente la historia?
El 3 de agosto las aguas de Sidi Dris son también testigo de la devolución por Abd el-Krim, con sincero respeto, de los restos del legendario coronel Gabriel de Morales, muerto en combate el 22 de julio en la cuesta de entrada del Izzumar (Annual). Despojado del uniforme pero vestido con ropa interior oscura y cubierto por una manta, es portado en unas parihuelas por 13 soldados españoles presos. Trasladado al cañonero “Laya”, su cadáver es transportado en un féretro provisional de cinc hasta Melilla donde es enterrado, con todos los honores, en el Panteón de los Héroes.

Claro que estos “detalles” de guarniciones enteras brutalmente asesinadas tras rendirse, no las suele contar Rosita de Madariaga (laboriosa investigadora, pero parcial y sectaria) y su peculiar “harka” mediática hispano-rifeña o Rachid Raha y su particular Asamblea Mundial Amazigh, que jalean sus intervenciones públicas con fotos de media docena de cabezas rifeñas cortadas por los Regulares (los suyos, rifis o yiblis que luchaban con España) o La Legión. Pocas por cierto, a mi juicio, dadas las dramáticas circunstancias. Y luego, después de los miles de indefensos soldados torturados y asesinados (¡solo el 3 de agosto en la alcazaba de Zeluán, además de masacrar a unos 500 indefensos soldados después de torturarlos salvajemente, la mayoría además gravemente heridos, tirotearon y quemaron vivos a dos oficiales¡), por sus reivindicados antecesores, se quejan de la “inhumana” (sic) guerra química, hinchando las cifras reales y publicitando, con obscena demagogia y sin estudio epidemiológico alguno, unos presuntos efectos cancerígenos (por lo demás ciertos) padecidos por la población del Rif hoy en día. Artera mentira. ¡Esta gente lo único que busca es dinero!
El socialista Indalecio Prieto, en sus “Crónicas de Guerra: Melilla, 1921”, describe el 21 de octubre en su columna “El Osario”, el descubrimiento en la carretera entre Nador y Tauima de un grupo de cadáveres del laureado Regimiento de Caballería Alcántara nº 14: “¡Cuánto debieron de sufrir!”. (…) “vueltos de espalda, desnudos, con las botas puestas y los calzones bajados hasta los tobillos”. Por cierto Rachid, Raha amigo, ¿sabes por qué estos bravos jinetes tenían los calzones bajados…? Ya me dirás.

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