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Gastar para crear riqueza

En cuanto a los planteamientos económicos que la Feria ocasiona al denominado gasto público es, de la misma forma que la Semana Náutica, una de las mayores inversiones y de las más rentables que se realizan a lo largo del año ya que la inversión se recupera a través de la actividad económica que se genera antes, durante y después de forma indirecta e indirecta en transportes, pequeña y mediana empresa y hostelería, entre otros apartados. Hay eventos determinados a lo largo del año que tradicionalmente despiertan críticas y polémicas por parte de la oposición, pero que cuando esas mismas formaciones políticas que tanto denuncian tocan áreas de poder son incapaces de eliminarlos. Ocurre con Fitur, la Semana Náutica, los certámenes de belleza y en esta caso concreto la Feria.

Si se programan dentro de las actividades que anualmente ofrece a la ciudadanía la Ciudad Autónoma, en determinados sectores se considera un despilfarro entre los que argumentan que mejor invertir en otras partidas en base a la adversa situación económica por la que atravesamos. Pero qué ocurriría si se privara a los ciudadanos melillenses, tan merecedores de unos días de asueto al año de ese pequeño respiro que proporcionan los festejos patronales de la ciudad. Probablemente las criticas serían mucho mayores. El dilema de siempre. Si se hace, porque se hace y si no se hace porque no se hace. ¿Dónde está la razón, o qué es lo más acertado?.

En cuanto a los planteamientos económicos que la Feria ocasiona al denominado gasto público es, de la misma forma que la Semana Náutica, una de las mayores inversiones y de las más rentables que se realizan a lo largo del año ya que la inversión se recupera a través de la actividad económica que se genera antes, durante y después de forma directa e indirecta en transportes, pequeña y mediana empresa y hostelería, entre otros apartados y ámbitos locales como dice y con razón, el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda.

Lo cierto es que estamos en la antesala de los festejos patronales de la ciudad. Una semana en la que intentamos olvidar los problemas cotidianos a través del acercamiento, la compañía y las reuniones con familiares y amigos. Unos días que sirven para cargar las pìlas y que sirven de puente al otoño con su aspecto más triste y melancólico. Unos días, por tanto, previos, en el aspecto político, a un año clave para, a través de los cambios oportunos, sentar las bases de un futuro más halagüeño en una ciudad castigada por un alto índice de paro y unas desigualdades que no benefician a nadie.

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