Los muertos no pueden llorar pidiendo justicia, es deber de los vivos hacerlo por ellos» manifestantes que clamaban su rebelión por las calles de Melilla. Así es. Qué honda verdad, qué carga de profundidad encierran los mensajes que estos días lanzan esos ciudadanos que se reconocen heridos en su dignidad, sometidos a la arbitrariedad, y que se sublevan contra ello.
Aquí, en España, hemos reclamado justicia y hemos dado la batalla valientemente contra el Asesinato durante largos meses de sufrimiento. Lo hemos hecho por ellos, porque era y es nuestro deber honrar su memoria y tomar su testigo. Ahora, sin embargo, nos vemos inermes ante el abandono de las autoridades e instituciones que han optado por una paz injusta, entreguista e indigna que abandona el legado de los héroes de la democracia para que los que tan salvajemente nos han atacado tomen el control político allí donde les interesa y reciban honores y reconocimientos en agradecimiento a las matanzas que cometieron con nuestros queridos Amin y pisly. Sus familiares lo único que piden es justicia, dignidad y derecho justo. Entre Marruecos y España todavía no se ha visto ni se hizo justicia en el caso de Amín y Pisly.
