De vuelta de la visita a Melilla traigo en la retina la bolsa de plástico llena de enseres personales que se quedó enganchada en un kilómetro discreto de la triple valla con un moderno dispositivo antitrepa por la parte que se ve desde España y cuchillas afiladas, criminales, inhumanas, vergonzosas, por la parte que no se ve de Marruecos. Todas, las tres, en territorio español.
Como español es el estrecho paso del Barrio Chino por el que miles de ancianos, tullidos, viudas, mujeres con las manos y los pies hinchados se aplastan el cuerpo para portar un saco con 50 kilos de mercancía de Melilla por el que cobrarán 5 euros y que hay que pasar por un torno tan estrecho tan estrecho que no caben ni los Derechos Humanos.
Como españoles eran Abdeslam Ahmed Ali y Amin Mohamed Dris, de 24 y 20 años y a los que dos miembros de la Marina marroquí les arrancaron la vida ante la impunidad del reino marroquí y la pasividad del español. Como españoles son sus padres Dris y Abdeslam que dos años después siguen pidiendo justicia cada 27 del mes en la plaza y nos miran con la mirada seca e inmóvil con la que sólo mira un padre a quién le mataron a un hijo.
Como español es el CETI que tiene capacidad para 480 plazas y acoge 1700 personas a día de hoy casi todos refugiados sirios, 500 niños y niñas, que se quieren ir a Alemania a casa de su cuñada pero a los que retienen con un carnet verde que dice "solo Melilla", porque Melilla es España pero no tanto…
