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Hay que adoptar medidas

Es necesario adoptar medidas para intentar sobrellevar este momento de auge que ha dejado al aire las limitaciones de un paso fronterizo con enormes carencias como es Barrio Chino. Y a medio plazo, Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma deben proyectar una necesaria mejora que dignifique las condiciones en que se desarrolla el comercio atípico Hace varias semanas, en los actos casi consecutivos que se organizaron para celebrar los patrones de la Policía Nacional y la Guardia Civil, el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, admitió en sus discursos que la frontera de Barrio Chino necesita una urgente mejora. No le falta razón, eso está a la vista de cualquiera que pase por la zona a cualquier hora del día. Si es por la mañana, cuando la frontera del comercio atípico está en plena ebullición, las carencias son más que evidentes por el impacto que supone ver a cientos e incluso miles de personas intentando pasar bultos casi atropelladamente. El milagro es que no se produzcan desgracias graves con cierta frecuencia en este paso fronterizo, gracias sobre todo a la entrega de los guardias civiles que allí están destinados para evitar que eso suceda. Más allá del mediodía, cuando el comercio atípico echa la persiana de manera imaginaria, el aspecto tercermundista que ofrece la frontera de Barrio Chino es desolador.
Pese a ser, probablemente, el paso fronterizo que más beneficios deja a las arcas públicas de la Ciudad Autónoma en forma de IPSI, aquella frontera carece de espacios de sombra, de suministro de agua o de mobiliario urbano para facilitar el descanso de las miles de personas que ejercen esta actividad económica de la que viven miles de familias a uno y otro lado de la frontera. Por no haber, no hay ni zona asfaltada por donde deben transitar los porteadores, lo que evidencia la dejadez de las administraciones públicas a las que el comercio atípico se les está empezando a ir de las manos por los problemas que está generando desde hace algunas semanas ante la avalancha de porteadores que quieren sacar tajada del fin de temporada en los almacenes comerciales de Melilla. El auge del precio del bulto ha provocado un efecto llamada, que ha llegado hasta el extremo de afectar al normal funcionamiento de las infraestructuras cercanas, como es el colegio de los Altos del Real y ayer el paso fronterizo de Beni Enzar, que tuvo que cerrar dos veces.
Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma deben tomar ya cartas en el asunto para intentar evitar más problemas, que podrían derivar en alguno más grave como ya pasó hace unos años con la muerte de una porteadora. Es necesario adoptar medidas para intentar sobrellevar este momento de auge que ha dejado al aire las limitaciones de un paso fronterizo con enormes carencias como es Barrio Chino. Y a medio plazo, ambas administraciones deben proyectar una necesaria mejora que dignifique las condiciones en que se desarrolla el comercio atípico, beneficioso económicamente para ambos lados de la frontera aunque algunas voces pongan el grito en el cielo mientras obvian que por desgracia representa el único sustento para quienes lo ejercen.

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