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Carta del Editor

De elecciones, ineficiencias y atentados

: “Yo no afirmo, como Lilian, que me van a matar, pero tampoco lo descarto, porque, además, otro tipo de muertes, civiles, judiciales, ya lo han intentado y lo siguen intentando. Pero lo que sí afirmo sin ambages es que ni me van a asustar ni nos van a silenciar como periódico. Y también aseguro que, pase el tiempo que pase, no voy a permitir que los atentados de los que fui/fuimos objeto queden impunes”

En la economía, como en la vida, el unicornio, las soluciones mágicas, no existen. Pensar que, en manos del Estado, vamos a estar protegidos o que el dolor que nos causan los errores de la política económica se soluciona dando más poder y más recursos a los gobiernos es un gravísimo error, escribía Daniel Lacalla en su libro "Viaje a la libertad económica". "El problema de este mundo es que no hay suficientes 'solucionadores de problemas' y que (en cambio) hay demasiada gente que espera que el gobierno u otro le solucionen sus problemas", decía, y decía bien, el economista Robert Kiyosaki. El futuro lo creamos nosotros, y esperar que nos lo den hecho sólo genera frustración, es un hecho comprobado. Con esa aproximación, creo, deberíamos acudir a las urnas dentro de dos semanas.

El 20 de diciembre, dentro de tres semanas, se celebrarán unas elecciones generales en España que, en la situación en la que nos encontramos, sin salir del todo de la crisis y con Cataluña al borde de la separación, son sumamente importantes.

En Melilla, me parece, el resultado de las elecciones está bastante claro: ganará el Partido Popular, tanto en el Congreso, con Maricarmen Dueñas, una secretaria general del partido en Melilla a la que se ve poco como tal pero que es una persona prudente y comedida, como en el Senado, con el jefe absoluto del PP, Juan José Imbroda, y con la activa y entusiasta Sofía Acedo, la sorpresa positiva de la lista popular. El CpM de Aberchán, el único partido que podría haber hecho alguna sombra al PP, decidió no participar en la contienda. Digamos que, tras analizar sus escasas posibilidades, decidió rendirse sin luchar, después de amagar extrañas alianzas contra natura. Ciudadanos es probable que hubiera ganado en Melilla en la candidatura del Congreso … si se hubiera presentado aquí Albert Rivera, algo obviamente impensable. El PSOE en Melilla no tiene remedio. Gloria Rojas, que daba alguna, aunque leve, señal de cambio, no consigue salir de la trampa heredada en la que se encuentra y lo de sus acusaciones sobre los convenios de publicidad de la Ciudad Autónoma son, además de falsas, verdaderas meteduras de pata en los momentos más inapropiados, que la hacen merecedora de las denuncias que le van a venir. El PSOE está tan mal como está en Melilla y ha perdido tanto como ha perdido a lo largo de los últimos años no porque exista MELILLA HOY, sino porque se lo ha ganado a pulso.

Cosa diferente es lo que puede ocurrir en el resto de España el 20 de diciembre. Todas las encuestas, hasta el momento, coinciden en pronosticar que el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, ganará las elecciones, pero muy lejos de la mayoría absoluta que el partido consiguió hace cuatro años. La pugna, siempre según las encuestas, está en el segundo puesto, disputado entre el Ciudadanos de Rivera y el PSOE del vacilante Pedro Sánchez, cuyo nombre me cuesta recordar. El cuarto puesto será, siempre según las encuestas, para Podemos, que ha perdido mucho fuelle, afortunadamente para nuestro país. Y la incógnita reside en quién y, sobre todo, cómo podrá gobernar el que gobierne. La alianza PP-Ciudadanos, que parecería la opción más probable, se antoja difícil después de oír a Albert Rivera, que insiste en que, si su partido no gana las elecciones, no gobernará ni pactará la gobernación con nadie, lo que hace suponer que el que gobierne habrá de acordar una y otra vez con ellos, o con otros -algo sumamente difícil- todos y cada uno de los pasos importantes que pretenda dar. Es lo que le faltaba a un Mariano Rajoy que, si con holgada mayoría absoluta ha aparecido dominado por la vacilación y la falta de acción, en minoría y con la obligación constante de pactar y consensuar podría ser un auténtico desastre para un país como el nuestro, tan necesitado de tener objetivos claros y políticas que ilusionen.

Vuelvo a escribir después de que Gaselec, la compañía monopolista de la distribución de la luz en Melilla, devolviera la misma (la luz) a mi casa, a la urbanización en la que vivo. No sé cuál es la explicación para estos cortes que, creo, se han ido produciendo en varias zonas de nuestra ciudad. La única novedad de una larga serie de cosas, inexplicables e incontroladas durante años y años por la Ciudad Autónoma, protagonizadas por Gaselec es que en esta ocasión la citada compañía no ha echado la culpa de lo ocurrido a Endesa, cuya característica histórica es no responder a los numerosos y graves ataques de Gaselec. La pasividad ante estos hechos de este y de todos los anteriores gobiernos locales, ante la situación de nuestra luz, de nuestra electricidad, de nuestra energía eléctrica, es una prueba más de que pensar que en manos de la Administración Pública vamos a estar protegidos o que el dolor que nos causan sus errores se puede solucionar proporcionado más poder y más recursos a los gobiernos, es un gravísimo error.

Ya con luz puedo leer la carta que Lilian Tintori, esposa del opositor venezolano encarcelado por el régimen chavista, envió al diario El Mundo: "Esta semana fuimos víctimas del terror con dos atentados perpetrados por un Estado que utiliza la violencia cobardemente para tratar de impedir que llevemos nuestro mensaje de libertad a todos los venezolanos". A Lilian ya la vimos afirmar, en todas las televisiones que quisieron recogerlo, "me van a matar" y, dado como son Maduro y sus secuaces, acusados por la DEA norteamericana de ser jefes del cártel de la droga, no es impensable que tal asesinato se produzca y que, a continuación Maduro declare que eso fue una pelea entre clanes opositores. No pretendo equiparar mi caso con el de Lilian Tintori, pero sí me parece que hay coincidencias con los dos atentados terroristas que sufrí hace ya más de un mes y a pesar de que la Policía ya estaba avisada y alerta (fue presa de una maniobra de distracción orquestada para alejar a su coche patrulla de la vigilancia de mi domicilio). El objetivo de los atentados no era hacer el gamberro utilizando pequeños traficantes de droga, sino silenciar a un medio de comunicación, dañándome y amenazándome, intentando asustarme. Yo no afirmo, como Lilian, que me van a matar, pero tampoco lo descarto, porque, además, otro tipo de muertes, civiles, judiciales, ya lo han intentado y lo siguen intentando. Pero lo que sí afirmo sin ambages es que ni me van a asustar ni nos van a silenciar como periódico. Y también aseguro que, pase el tiempo que pase, no voy a permitir que los atentados de los que fui/fuimos objeto queden impunes.

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