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El cuento de la lechera

La propuesta del aeropuerto internacional suena a broma en boca del PSOE porque los melillenses no olvidamos las promesas pendientes de los socialistas en materia de transportes. Por ejemplo, la del ex-ministro de Fomento José Blanco, que prometió que abarataría el avión y mejoraría el contrato marítimo. Ni una cosa ni la otra, como bien recuerdan los ciudadanos de Melilla, que lo que quieren no es un aeropuerto internacional, sino poder moverse de aquí a otros puntos de España a mejores precios y con una buena calidad del servicio El PSOE desveló ayer una de sus promesas electorales: convertir en internacional el aeropuerto de Melilla para abrir nuestra ciudad a empresarios y turistas del Norte de África. Su idea es programar vuelos a Casablanca, Argel y otras ciudades del continente, porque según los socialistas, eso «implicaría la llegada de turistas con una gran capacidad económica, con lo que eso supondría para hoteles, restaurantes y las tiendas de la ciudad», además de «abrir una puerta directa de negocio a empresarios de Casablanca y Argel con Melilla y viceversa».
Esta medida del PSOE parece propia del cuento de la lechera, aquella fábula de Esopo en la que la protagonista sueña con conseguir muchas cosas con la venta de la leche que lleva en el cántaro, hasta que el sueño se hace añicos tras sufrir la caída del recipiente de barro contra el suelo. Y decimos esto porque los socialistas pintan en plena campaña una Melilla como un centro neurálgico empresarial de África, pero sin decir cómo piensan llevar a cabo esta medida que depende más de la voluntad empresarial de las aerolíneas y de Europa que de lo que pueda hacer un hipotético Gobierno socialista al frente de España.
Porque hay que recordar que el desarrollo de nuestro transporte aéreo, al no estar sometido a una obligación de servicio público como sí ocurre con el marítimo, depende de las compañías aéreas que voluntariamente quieran prestar servicio conectando Melilla por aire con otros destinos. Por lo tanto, la implantación de nuevas líneas y su permanencia depende de la demanda de pasajeros, algo sobre lo que el Gobierno de la Nación no puede intervenir. Tampoco depende del Gobierno la modificación del Tratado de Schengen al que aludía ayer el PSOE, pues se trata de un acuerdo de una serie de países europeos y no de España en exclusiva. De hecho, recientemente, a raíz de la alerta terrorista tras los últimos atentados, se llegó a hablar incluso de su suspensión temporal para someter a un mayor control el desplazamiento de pasajeros por las fronteras interiores europeas.
Pero si hay algo por lo que esta propuesta suena a broma en boca del PSOE es porque los melillenses no olvidamos las promesas pendientes de los socialistas en materia de transportes. Por ejemplo, la del ex-ministro de Fomento José Blanco, que vino a Melilla en plena Feria para prometer que abarataría el avión y mejoraría el contrato marítimo. Ni una cosa ni la otra, como bien recuerdan los ciudadanos de Melilla, que lo que quieren no es un aeropuerto internacional, sino poder moverse de aquí a otros puntos de España a mejores precios y con una buena calidad del servicio. El PSOE lo prometió cuando tenía responsabilidades de Gobierno y no lo cumplió. ¿Por qué habría de creerlo ahora que está en la oposición y con cada vez menos opciones de recuperar el poder? Esto del aeropuerto internacional es una ocurrencia sin sentido de los socialistas. Una más de tantas que ya hemos visto.

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