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El acusado de poner la falsa bomba niega los hechos: “Soy una cabeza de turco”

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La Policía le acusa de ser quien el 13 de enero colocó junto a una de las puertas del Teatro Kursaal una bomba falsa. Pero él, el melillense de 56 años que fue detenido el martes como presunto autor de los hechos, asegura que lleva mucho tiempo sin pasar al lado del teatro. “Yo no tengo nada que ver con esto ni estaba allí la mañana que ocurrieron los hechos”, asegura a MELILLA HOY este hombre, que no quiere revelar su identidad para evitar un mayor daño del que dice estar sufriendo, tanto él como su entorno. Está convencido de que su detención es una venganza de alguien que le ha señalado porque en los vídeos de las cámaras de seguridad no se le identifica, y advierte de que aunque él sea el señalado, “la alarma social sigue en la calle porque al que han cogido no es quien puso el artefacto”. Según el auto judicial que le relaciona con el caso de la falsa bomba, este melillense tiene sobre su cabeza una imputación por “desórdenes públicos (terrorismo)”. Pero si esto ya es por sí mismo grave, lo que más le ha afectado es la nota de prensa que emitió la Jefatura Superior de Policía de Melilla a los medios de comunicación, según la cual el detenido reconoció los hechos y alegó que lo había hecho por problemas laborales. “Es injusto que haya salido eso cuando no es cierto. No es verdad que me haya hecho cargo y que tenga problemas laborales”, deja claro este melillense, que quedó en libertad con cargos y sin fianza tras declarar ante la jueza de guardia el miércoles.

Cree que la nota de prensa de la Policía Nacional tenía como único objetivo calmar a la opinión pública ante el revuelo que provocó el falso artefacto. “Todo es un invento para que la gente se quede tranquila. ¿Y por qué tengo que pagar yo?”, quiere saber este hombre, cada vez más convencido de que es “una cabeza de turco, por decirlo de alguna manera”.

Sigue en estado de shock
Dos días después de volver a la calle, tras haber estado 24 horas detenido, aún sigue “en shock” por lo que le ha ocurrido. Pero a pesar de todo, sigue confiando en la Justicia y en que pronto se resuelva todo este asunto para pasar página de un hecho que, asegura, le ha “destrozado” la vida.

El 13 de enero, cuando fue hallada la falsa bomba en el lateral del Teatro Kursaal, él estaba trabajando. Se enteró de la noticia cuando bajó a tomar un café y más tarde, cuando fue a comer a casa de su hermana al mediodía, incluso la estuvieron comentando en la mesa. “Yo me enteré como cualquier otro ciudadano”, pues aquello fue la comidilla de Melilla aquel día y en los siguientes, rememora este hombre.

La Policía lo detuvo casi tres semanas después, el 2 de febrero, cuando se dirigía a su puesto de trabajo sobre las 14.00 horas. Fue en la escalera que conduce a la plaza de La Salle. Allí, tras ser abordado por un agente de paisano, le pusieron los grilletes contra la pared “a lo bestia”, hasta el punto de causarle una inflamación en el hombro derecho. En aquel momento simplemente le dijeron que estaba acusado de alarma social, sin más detalles. Hasta la mañana siguiente, después de pasar la noche en el calabozo, no le dijeron que había sido detenido como presunto autor del falso artefacto explosivo.
“Ahí me relajé, porque yo sabía que no era el culpable ni tenía nada que ver”, afirmó a este Diario el detenido, que esa misma mañana fue conducido ante la jueza de guardia. Y allí, al pedir explicaciones de por qué lo habían detenido a él, la magistrada le preguntó por dos personas y si las conocía. Conocía a ambos, especialmente al primero, de quien sospecha que es la persona que podría haberlo implicado, señalándolo como el presunto artífice de la falsa bomba. “Por una cadena de circunstancias, va a por mí”, asegura.

No se identifica en el vídeo
Después de las preguntas, en el juzgado le pusieron varias imágenes captadas por las cámaras de seguridad, en las que aparecía un hombre al que no se veía el rostro, vestido con una chaqueta marrón y una boina gris. A juicio del detenido, quien aparece en el vídeo es mayor que él por su forma de andar encorvada, y también más corpulento, por mucho que la jueza le preguntara si él tenía una chaqueta y una gorra como las que se veían en la imagen.
“No me identifico en el vídeo porque ese no soy yo, pero si hace falta, que me pongan una gorra y una chaqueta para pasar delante de la cámara. Soy el primero que quiere colaborar en la Justicia y que todo esto se esclarezca”, apunta este hombre, que tiene el disgusto marcado en la mirada. No come ni duerme desde que le pasó todo esto, pero sobre todo le duele que todo este capítulo haya despertado las dudas de sus familiares, sus amigos y compañeros de trabajo hacia él.

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Redacción

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