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Carta del Editor

Desesperante situación

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Por supuesto que todo lo que está ocurriendo en el conjunto de España afecta a Melilla y a los melillenses. Incluso diría que, como hablaba el otro día con el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, les afecta especialmente. ¿Se imaginan lo que pasaría en nuestra ciudad si en España se da un "gobierno de progreso" (una definición vacua, un timo electoral sin contenido repetido sin pensar por los infinitos sectarios de algunos partidos) entre cuyo programa está la supresión de fronteras?. ¿Se imaginan lo que sería una Melilla sin fronteras y cómo resultaría su composición poblacional?

La situación política en España es tan desesperada como extraña. Sirva, a modo de ejemplo, lo visto y oído en un día cualquiera. Empecemos por algo tan vital como la economía. Albert Rivera, el presidente de un partido que fuera elegido como tal por orden alfabético, asegura que nunca apoyará un gobierno que ponga en manos de Podemos la economía española (menos mal, porque un gobierno en manos del líder de Izquiera Unida, como Pablo Iglesias pretende, sería el hazmerreir del mundo y el horror y la ruina de los españoles). Daniel Lacalle, en un programa de televisión, insiste en el peligro de volver a cometer los errores de 2008: más impuestos, más gasto público, más déficit, más subvenciones, y recuerda que España necesita 400.000 millones de euros anuales para financiarse y que, si no nos los prestan, se producirá, como ocurrió en Grecia, el corralito, la disminución (y casi desaparición) del crédito a las familias y a las empresas, así como la imposibilidad de pagar las pensiones, y resume Lacalle que las soluciones mágicas, tipo Podemos, destrozan no sólo la confianza del extranjero sino, y sobre todo, la de dentro del país, del que han salido ya 20.000 millones de euros, ante la actual situación de inestabilidad política y el hecho de que se está planteando "un rupturismo absoluto en medio de una recuperación tan frágil" como la que tenemos.

Antonio Miguel Carmona, el socialista al que conocí en mi despacho de mis periódicos de Madrid y que me causó una grata impresión humana (superior a la de Esperanza Aguirre, por ejemplo) recordaba, en otro programa de televisión, que el Comité Federal del PSOE no permite a Pedro Sánchez pactar con los independentistas y no veía otra solución que una repetición de las elecciones, aunque la reciente encuesta del CIS (no sabemos lo que diría una nueva encuesta dentro de un mes, por ejemplo) augura que poco cambiaría el mapa político español con unas nuevas elecciones. Lo curioso de Carmona es que, siendo una persona sensata y con formación, ante la presión le aflora la vena sectaria, el odio a la "derecha", la presunción (sin base alguna) de la superioridad de la izquierda, el matenimiento de "las dos Españas" que nos llevó, no hace mucho, a la guerra civil.
"Rajoy y Sánchez deben apartarse por el bien de España", titulaba el diario El Mundo el 1 de febrero, diario que lleva meses manteniendo la propuesta de un gobierno tripatito -PP, PSOE, Ciudadanos- como única solución a la crisis política. Una solución que, con Rajoy y Sánchez liderando las candidaturas de sus partidos, parece imposible, efectivamente, aunque sería la mejor, o la menos mala. Sánchez ha insultado repetida y gravemente a Rajoy y ha resaltado, hasta el momento, que jamás hablaría con él. Ahora, encargado por el Rey de intentar formar gobierno, supongo que se lo está pensando, pero el que ha pensado poco su respuesta es Mariano: jamás apoyará ni permitirá con sus votos un gobierno que no sea presidido por el partido que ganó las elecciones, el PP. Como Rajoy no da muestra alguna de querer dejar la política (que le vaya a sustituir Margallo es una broma absurda) y Sánchez ni la da ni la dará jamás (se juega su vida política en una apuesta casi suicida) el tripartito soñado por muchos parece algo imposible, al menos por el momento. Casi tan imposible como que Pedro Sánchez pueda conseguir formar un gobierno presidido por él, que pasaría por la abstención del PP, algo ya tajantemente negado por ese partido.
"Las instrucciones penales deben ser rápidas", dice el ex juez Eligio en una de las infinitas emisoras de radio que entrevistan, a diestra y siniestra, a cualquiera que se avenga a hablar sobre lo que está pasando. Tiene razón, pero ocurre exactamente todo lo contrario y lo cierto, lo que opina la inmensa mayoría de los españoles, es que la justicia es un desastre, con redadas multitudinarias e investigaciones a montones (la que yo mejor conozco, absolutamente delirante, llena de falsedades, inventos, presiones ilegales, etc, etc), con retrasos de años, con daños irreparables a personas inocentes, sin que los jueces (vistos más como dioses intocables que como personas y servidores públicos) tengan responsabilidad alguna por sus retrasos y errores.

Por supuesto que todo lo que está ocurriendo en el conjunto de España afecta a Melilla y a los melillenses. Incluso diría que, como hablaba el otro día con el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, les afecta especialmente. ¿Se imaginan lo que pasaría en nuestra ciudad si en España se da un "gobierno de progreso" (una definición vacua, un timo electoral sin contenido, un mantra, una herramienta para liberar la mente de pensamientos, repetido sin pensar por los infinitos sectarios de algunos partidos) entre cuyo programa (hay que leer, aunque sea muy aburrido, los programas electorales de los partidos, aún a sabiendas, o precisamente por eso, de que los hacen para no cumplirlos) está la supresión de fronteras?. ¿Se imaginan lo que sería una Melilla sin fronteras y cómo resultaría su composición poblacional?
Melilla ha salido, casi milagrosamente, bien librada de los temibles, intensos y repetidos terremotos. Parece que el gobierno, aunque en funciones, se va a portar bien con nuestra ciudad y sus daños materiales, incluso es posible que el actual presidente venga a visitarnos, algo siempre de agradecer. La vuelta a la normalidad es una gran noticia, aunque eso en sí no sea noticia, para los melillenses.

También es una gran noticia, para el guardia civil que intentó suicidarse, el haber vuelto a la vida. Su carta de despedida (de la vida), que nuestro periódico publicó el pasado martes, es impresionante. "Ya no aguanto más la presión y estrés a la que me están sometiendo cada día de trabajo", le escribe el presunto suicida, desesperado por su situación laboral, a su esposa. De ella y de sus hijos se despedía pidiéndoles perdón y con un "siempre os querré". Además del drama humano y personal, siempre importante, lo que cabe deducir de esta carta, de esta situación, es que en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla hay problemas, graves problemas, que no se solucionan tapándolos o ignorándolos, sino asumiéndolos y tratando de encontrar culpables y soluciones.

Problema, de otro índole, es el que tiene el gran monopolista eléctrico y el mayor receptor de dinero público de nuestra ciudad, Gustavo Cabanillas, con su insufrible panfleto y especialmente con uno de los tipos que escriben en él, un tal Javier García Angulo, cuya mejor definición la da él mismo en su perfil de twitter. La obsesión que tienen con el campo de golf y conmigo es tan enfermiza como repleta de falsedades, ignorancias, estupideces y calumnias. La gestión, deportiva y económica, que el Club Campo de Golf llevó a cabo fue, con un sólo garbanzo negro en forma de una determinada persona, absolutamente ejemplar y extraordinariamente beneficiosa para la Ciudad Autónoma, como los hechos y los números demuestran. Esa es la única verdad que, repito, queda demostrada por los hechos y por los números. El tiempo, y los tribunales, no me cabe la menor duda, terminarán por demostrar lo que ya sabe todo el mundo que sabe algo y lo calumnioso que el panfleto oscuro de Cabanillas ha sido y sigue siendo.

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