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Mirar hacia adelante

Lo deseable es que esta integración de PP y PPL, que se ha acelerado por la situación de incertidumbre en la política nacional, se haga de forma tranquila, sin tensiones y pensando en los intereses generales de Melilla, tal y como ocurrió hace 12 años cuando la UPM se integró en el PP. Eso se logra mirando hacia adelante, con paciencia y generosidad, aunque también es cierto que en el caso de esta integración que se plantea por delante debe conllevar unas dosis mucho más altas por las rencillas que ha habido entre ambos partidos, y que han llegado incluso a la Justicia Dentro de apenas unas pocas semanas, Populares en Libertad pasará a ser historia para integrarse en el Partido Popular de Melilla. Para la mayoría de quienes militan en el partido de Ignacio Velázquez, será una vuelta a casa porque PPL nació hace cinco años como una escisión del PP, hasta el punto de que comparten prácticamente el mismo nombre, las mismas siglas y la misma tipografía en los emblemas. Buena parte de la militancia de PPL, o al menos sus principales dirigentes, iniciaron sus inquietudes políticas en el seno del PP, hasta que un día decidieron abandonarlo por no compartir las decisiones o la línea de actuación del partido al frente del Gobierno melillense, fundamentalmente.

Hoy, cinco años después, la situación es distinta porque PP y PPL decidieron dejar a un lado las diferencias que les separaron durante la anterior legislatura para iniciar una nueva andadura sustentada en un acuerdo de gobernabilidad con dos objetivos. Uno, permitir un Gobierno estable para Melilla. Y dos, dar luz verde a la integración de las dos formaciones políticas en una sola, como en 2004 ocurrió con PP y la Unión del Pueblo Melillense (UPM), que dio paso a una larga etapa de estabilidad política después de algunos años muy convulsos en la Asamblea y la Ciudad Autónoma que no beneficiaron a nadie porque los grandes derrotados fueron, como suele ocurrir en estos casos, Melilla y sus habitantes.

Lo deseable es que esta integración de PP y PPL, que se ha acelerado con motivo de la situación de incertidumbre que hay en la política nacional, se haga de forma tranquila, sin tensiones y pensando en los intereses generales de Melilla, tal y como ocurrió hace 12 años cuando la UPM se integró en el PP. Eso se consigue mirando hacia adelante, con paciencia y generosidad, aunque también es cierto que en el caso de esta integración que se plantea por delante debe conllevar unas dosis mucho más altas de esa paciencia y generosidad por ambas partes, habida cuenta que las rencillas entre ambos partidos han sido muchas, en algunos casos graves y llegando al ámbito personal. También a la Justicia, como ocurrió con el caso de la denuncia por los convenios de prensa que el Tribunal Supremo acaba de archivar, y que no debería abrir una brecha entre los dos partidos que están dando estabilidad institucional a la Ciudad Autónoma desde que la Asamblea se constituyó a principios de julio pasado.

Algunas discrepancias se han podido ver entre PP y PPL en estos primeros meses de pacto, como ahora hemos podido ver con el caso de Hassan Driss o el hecho de si ocuparán o no cargos en la Ejecutiva quienes se integren desde PPL. Estas diferencias no son irreconciliables, ni mucho menos, e incluso son lógicas si se tiene en cuenta que también es sano que dentro de las filas de los partidos políticos haya distintos puntos de vista y que éstos se debatan. De hecho, se dan y lo vemos a diario en los telediarios. Pero partiendo de esa premisa, PP y PPL deberían ser inteligentes para no dar argumentos a los adversarios políticos que están deseando que llegue el divorcio cuanto antes, como bien demostró el pasado lunes Ciudadanos hablando incluso de hipotéticas mociones de censura. En las manos de PP y PPL está que esto acabe bien, y para ello no queda más que mirar hacia delante.

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